El dolor de ya no ser

Por Oscar Martínez. Parecía que esta vez sería distinto, mágicamente, milagrosamente. Empujados por la victoria de la semana anterior. O tal vez solo se trataba de mi enorme deseo de que este comienzo horrible jugando en condición de visitante, cambie. Pero ese estado de alegría por ver a un Atlético que encaraba el partido tratando de no dejarse llevar por delante por el rival de turno, (un rival que debe ser de lo más pobre del torneo), no duró casi nada. Ese espejismo de iniciar un encuentro mirando el arco de enfrente se diluyó tras el gol del magistral Claudio Bieler, que definió con su calidad tras un horror del rival. Y nuevamente se transformó en un conjunto cargado de complejos, sin autoestima, que es una continuidad de los anteriores equipos celestes, que de visitante da pena. Conformado con jugadores que deberían conocer la historia que nos llevó a ser considerados como un grande del ascenso. ¿O será que esto es un concepto que inventamos nosotros? Hace tanto de aquel tiempo dichoso que hasta dudo de mis recuerdos. La medicina reconoce que las personas felices son más sanas y que las deprimidas se enferman con mayor frecuencia. Bueno, está claro que los hinchas de Atlético ya tenemos cama asignada en el "citado nosocomio".
Pensé varias formas de relacionar lo que está ocurriendo con este equipo y alguna película o historia atrapante. Pero solo se me ocurrió "Aguirre, la ira de Dios", que dirigió Werner Herzog con el inefable Klaus Kinski como actor principal. Es la historia de un conquistador que, en 1560, se amotinó contra Pedro de Ursúa, un hombre de Pizarro, a quien seguía en la búsqueda de El Dorado, la mítica ciudad construida de oro puro. Se nombró "príncipe de tierra firme" y se veía tan delirante y peligroso como Vladimir Putin. La historia termina con un increíble travelling alrededor de la balsa de troncos, donde Kinski se aferra a lo que puede, con monitos chillando a su alrededor, hombres muertos y el cuerpo de su hija, con quien planeaba casarse para fundar "la dinastía más pura". Su insensata búsqueda del oro terminó en un desastre. No, definitivamente es demasiado. Ni estos dirigentes soñaron con un equipo de oro, ni la caída puede ser tan dura. Apenas van cinco fechas y el torneo es largo. Pero…
Lo bueno es que escuché autocríticas. Algunas. La del propio Bieler en la semana previa a la única victoria, fue la mejor. "Debemos dejar de ser un equipo blando", dijo el goleador. Futbolísticamente, se puede leer como equipo permeable, tibio. Bueno, este sábado fueron un equipo aún más blando, y nada de tibio, en todo caso demasiado frío que dejó caliente a los hinchas. ¿Qué viene ahora? Una de terror. "El descuartizamiento", luego del breve recreo triunfalista. Todos ejerceremos el segundo deporte nacional: patear al caído. ¿El primero? Dejar que caiga. 
No tiene sentido analizar el partido. En primer lugar porque no soy bueno en ello. Hay en este Diario periodistas preparados para hacerlo. Solo soy un hincha que busca dar una mirada que va más allá de que hicieron con la pelota. Lo que se me ocurre es pensar en contra del Dante. Recordar el tiempo dichoso para ver por qué lo era. Darío Forestello sabe bien cómo jugaban aquellos equipos. Los jugadores deberían conocer cómo actuaban sus colegas de entonces. Así entenderían que si pretenden ser protagonistas del torneo, lo primero que tiene que hacer este conjunto es convencerse que lo puede ser. Tener autoestima. De otro modo no hay posibilidades de éxito. Entonces habrá que barajar y dar de nuevo. Armar un equipo en serio con los jugadores que entiendan lo que significa Atlético. Que juegue sin humillarse. Ni avergonzarnos.