Una carrera para no olvidar   

Por Jorge Ternengo. En mi historial deportivo el año 1969 fue un tiempo en el que se cumplieron dos sueños: el primero, ganar las 500 Millas Argentinas, en Rafaela y el segundo, salir Campeón Argentino de la Mecánica Nacional Fórmula 1, sobre todo el primero porque desde chico, creo que desde siempre, tuve la ilusión de ganar esa mítica prueba.
Unos meses antes de la realización de las 500 Millas, el 6 de julio, se realizó la tercera fecha del campeonato en el autódromo enclavado en el Parque Gral. San Martín, de la ciudad de Mendoza y puedo decir, con orgullo, que el triunfo obtenido en esta prueba, con el Bravi Tornado de la Peña Rueda, fue otro de los éxitos festejados en el año, pero no solamente porque manejé muy bien, sino además porque el equipo me dio un auto que tiraba, frenaba y doblaba de manera excelente, porque el trabajo en los boxes funcionó a la perfección y porque pude cumplir con justeza el plan de carrera planificado.
Si digo que gané no solamente la final, sino también la clasificación y la serie en la cual participé, además de marcar el récord absoluto de la pista a 135,587 km / h, aún mayor al de Jonathan Williams en la Fórmula 3, en la clasificación del sábado, puede pensarse que no se presentó ningún problema y la verdad es que esto no fue así porque, entre otras cosas, el sábado, antes de salir a clasificar, los mecánicos descubrieron que una manguera de agua  estaba a punto de cortarse, antes de largar la serie sentí una vibración que no me gustó y me di cuenta que venía de la tapa de válvulas, que estaba floja,  antes de la final, unos diez minutos antes, uno de los mecánicos, haciendo una revisión, detectó un brazo de dirección suelto. Se puede pensar en la suerte, pero lo real es que en cada una de estas situaciones, como en todas las acciones necesarias para poner un auto en pista, el equipo trabajó con la rapidez, la eficacia y el conocimiento que cada momento requería.
Ese domingo 6 de julio, tal como dije antes todo se dio y el resultado fue un triunfo importantísimo para el logro del campeonato, al que celebré particularmente porque  todos, cada uno en lo suyo, había cumplido muy bien su función y me habían entregado un auto que andaba excelente en todo el circuito, lo que me permitió darme el lujo de manejar  como los dioses.