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Borges revive en su literatura a Silvano Acosta, un joven fusilado por su abuelo

Se lo dictó el escritor a María Kodama y este fin de semana se conoció el manuscrito en el que expresa su culpa por el acto de su ancestro militar.

Cultura 10/11/2020 Redacción web Redacción web
Jorge-Luis-Borges

Siete meses antes de su muerte, el escritor Jorge Luis Borges le dictó a María Kodama un relato titulado "Silvano Acosta" en el que narra la culpa que siente ante un hombre fusilado por orden de su abuelo militar, un texto que por un lado expone los sentimientos del autor de "Ficciones" ante lo que considera un acto indigno a reparar, pero al mismo tiempo deja varios misterios sobre las precisiones de los actos, los personajes y las fuentes a las que se refiere el manuscrito que acaba de ser difundido.

El inédito, publicado por el diario La Nación junto con la versión manuscrita por la viuda de Borges, señala desde el comienzo algunas im­pre­cisiones históricas en torno al accionar del coronel Francisco Borges -abuelo del escritor-, quien mientras se desempeñaba como Comandante Militar del Paraná firmó una resolución que terminó con la ejecución de un hombre llamado Silvano Acosta en 1871 bajo la acusación de ser un traidor.

En noviembre de 1985, Borges le dicta a Kodama un texto donde consigna que su padre fue engendrado en la guarnición de Junín, cerca del desierto, en 1874: Jorge Gui­llermo Borges -tal el nombre de su padre y segundo hijo de Francisco Borges- nació el 24 de febrero de 1874 en Paraná, Entre Ríos. Pero si nació en febrero de 1874, nunca pudo haber sido engendrado ese mismo año -como sostiene el escritor en ese relato- sino entre mayo y julio de 1873. El 10 de julio de 1873 el coronel Borges fue nombrado Comandante en Jefe del ejército del Uruguay.

Jorge Luis Borges nació en Buenos Aires el 24 de agosto de 1899. Según dice el texto recién difundido, el autor de "El Aleph" fue engendrado "en la estancia de San Francisco, en el departamento de Río Negro, en el Uruguay, en 1899". Este dato es exacto ya que el cuentista nació ochomesino, según precisa la biografía "Borges: Vida y Literatura" de Alejandro Va­ccaro: "... de un parto sin complicaciones y tras ocho meses de gestación…" (Edhasa, 2006), por lo tanto fue fecundado un candente día de enero del año 1899.

A partir de estos datos autobiográficos, Borges le dicta a Kodama que desde que nació contrajo "una deuda, asaz misteriosa, con un desconocido que había muerto en la mañana de tal día de tal mes de 1871". Esta historia está certificada por "un papel firmado por mi abuelo, que se vendió en subasta pública", dice el escritor.

Ese "papel" llega a manos de Borges como regalo del historiador de arte y dueño de una de las colecciones de manuscritos más importantes del mundo, el brasileño Pedro Corrêa do Lago (Río de Janeiro, 1958). El coleccionista, que tiene una columna en la revista Piauí, escribe el 14 de noviembre de 2007, en el número 14 de esa publicación, una nota titulada "Três en­contros com Borges", en la cual revela aspectos de este manuscrito redactado por el abuelo paterno de Borges.

Allí dice que la carta no la compró en una subasta, sino en "Pardo", una casa de antigüedades en San Telmo, cuyo "propietario durante cincuenta años fue un anciano bajo y gordo, vestido invariablemente con un traje oscuro". Fue este hombre quien le vendió barato entre otros papeles "una carta firmada por el abuelo de Borges, el coronel Francisco Borges. Era un trabajo rutinario, fechado el 25 de enero de 1871, para informar al Ministro de Guerra que había sido pasado por las armas el desertor Silvano Acosta, encontrado por sus tropas en el campamento enemigo".

Corrêa do Lago le lleva de regalo la carta a Borges la misma tarde que la compró. A la hora del té, la escritora Susana Bombal acompañaba al cuentista y es ella quien le lee en voz alta el comunicado. Antes de finalizar -cuenta el visitante brasileño- el escritor pausa la lectura para adelantarles el final: esa carta estaba fechada en enero de 1871 y en Paraná. Borges revela que su abuela inglesa, la esposa de Francisco Borges, le había confesado que "su abuelo había fusilado a un desertor".

Lo extraño es que el memorioso escritor no haya fijado esta precisión a la hora de dictar el escrito (confundir una subasta pública con una compra en una casa de antigüedades no es relevante, pero es raro que haya datado el episodio como "tal día de tal mes"). Podría ser un primer borrador al que luego de verificar le agregaría la fecha.

A continuación, Borges dice en el relato: "Nada me costaría fantasear rasgos circuns­tanciales, pero lo que me ha tocado es lo tenue del hilo que me ata a un hombre sin cara, de quien nada sé salvo el nombre, casi anónimo ahora, y la perdida muerte".

En el segundo párrafo de "Silvano Acosta", el autor de "El libro de arena" narra las circunstancias en la que su abuelo tiene que dejar la Frontera Sur en Olavarría e ir a Paraná con su ejército. Y en el tercer y penúltimo párrafo, quizá recordando el derrotero del "Martín Fierro", cuenta que "faltaban plazas y una leva recogió algunos vagos en las tabernas y en las casas malas del Bajo.

Acosta fue apresado en esa redada, entonces común". E inmediatamente luego de esta invención (no hay indicios de que Borges haya accedido a información precisa de ese reclutamiento) asegura: "Nada me costaría atribuirle una parroquia de Buenos Aires o un oficio determinado -peón de albañil o cuarteador- pero esa atribución haría de él un personaje literario y no el hombre que fue lo que fue".

Borges precisa el dato de que Silvano Acosta en una sola semana desertó y "se pasó a los montoneros". Un episodio que al escritor le parecería familiar por las acciones del desertor de su "Biografía de Tadeo Isidoro Cruz", cuyo personaje saltó de las soldadescas para no "consentir el delito de que se matara" a un valiente.

Capturado el desertor, el abuelo firma la sentencia con "la buena caligrafía de la época. Cuatro tiradores la ejecutaron". El relato termina con un breve párrafo, donde habla de culpa, de deuda, de reparación imposible y, al final, fecha la "inútil página" el 19 de noviembre de 1985.

El censo del 15 de septiembre de 1869 encuentra al itinerante Francisco Y[sidro] Borges (de 35 años, soltero, oriental, coronel de infantería) en "Olavarría Frontera Sud" dentro de la población militar, donde por supuesto no hay enrolado aún ningún "Silvano Acosta". Pero ese mismo censo nacional permite encontrar al posible desertor fusilado.

Si los datos dictados por Borges fuesen reales, Silvano Acosta fue reclutado por la fuerza en Buenos Aires (en una taberna o una "casa mala" del Bajo). Con ese nombre no hay muchos jóvenes o adultos para ser recluidos: solo dos. Ni en la Provincia de Buenos Aires ni en el resto de país, tampoco abundan los Silvano Acosta.

No hay, lamentablemente, un registro parroquial de defunción en 1871 con esta identidad, ni siquiera en la misma Catedral "Nuestra Señora del Rosario" en la cual unos meses después se casa Francisco Borges con Francisca Haslam, el 14 de agosto, en esta que será única iglesia en Paraná hasta 1898. A Silvano Acosta, luego de fusilado, no se le ha dado, probablemente, "santa sepultura". Esta falta de registro dificulta la precisa identificación.

Como bien observa Borges en el vago texto, que hasta hace poco estaba desaparecido e inédito, los dos únicos Silvano Acosta que pudieron ser re­clutados forzosamente por la leva vivían en Buenos Aires. Vaya a saber que documentos o intuición tenía el cuentista para conocer con exactitud dónde fue "enganchado" el personaje de su relato.

Hay dos Silvano Acosta. Uno nacido en Corrientes, quien vivía en 1869 en la casa del negociante mendocino Mar­celino Olmos y su esposa, la porteña Dolores Blanco, en San Telmo o el Bajo (sección 6º del Distrito Federal), junto a los hijos del matrimonio: Julio, Manuel, María de entre 9 y 5 años. Este Silvano Acosta nació en 1855, por lo tanto al momento de ser obligado a ir al ejército tendría 16 años. En 1869, el adolescente correntino no parecería ser un "vago" porque además de vivir con esta familia iba a la escuela, junto a los tres niños Olmos, informa el censo.

El otro Silvano Acosta es hijo de los labradores Ignacio y Petronila Benítez, nacido el 4 de septiembre de 1854, bautizado en la histórica Parroquia (demolida en 1979) Jesús Amoroso en San Martín. En 1869 residía en el cuartel 4º "La Calera" de San Isidro (hoy Capital Federal, entre el Arroyo Mal­donado y el arroyo Me­drano, en los actuales barrios de Belgrano o Núñez) junto a sus padres y a sus hermanos mayores (también labradores) y dos sobrinas, registrado en el censo con un par de años menos (vaya a saber si con el propósito de no ser reclutado): en vez de 15 figura 13 años. Tendría 17 al ser incorporado al ejército.

Hay un par de Silvano Acosta nacidos entre las décadas del 30 y el 50, pero que no figuran en el censo de 1869: uno hijo de Casimiro Acosta y de Isidora Ortiz, nacido el 2 de diciembre de 1848 (bautizado el 9 de abril en San Lorenzo Mártir, Navarro, Buenos Aires), el otro un Silvano Victorino Acosta, "hijo natural" de Dolores Acosta, nacido el 11 de septiembre de 1857 en Corrientes, quien podría ser (con mal registro en la edad y de forma improbable) el correntino que vive en la casa de los Olmos en 1869.

Estos son los únicos Silvano Acosta. El personaje del relato de Borges era un joven de 16 o 17 años, podría ser un corren­tino que vivía en San Telmo o en los conventillos del Bajo adoptado por una familia o el hijo de un labrador de San Isidro. Lo preciso es que este joven fue fusilado por pasarse a las filas de los gauchos liberados por Ricardo López Jordán, quienes serían vencidos por las fuerzas de Sarmiento. Entre los derrotados en 1871 (y luego exiliados en Brasil) también estaba, como una gran paradoja literaria, José Hernández, un años antes de empezar a publicar en el diario La República el folletín titulado "El Gaucho Martín Fierro" (1872).

Borges sin ceguera o con más tiempo de vida, hubiese ahondado más en la historia de Silvano Acosta, sobre todo en su semejanza con el gaucho de José Hernández. Quizá lo hubiese trabajado para formar parte de las reescrituras del clásico gauchesco: "Biografía de Tadeo Isidoro Cruz" o "El fin".

Pero con los latidos en retroceso, en la noche de su biblioteca, el escritor dicta un borrador de cuatro cortos párrafos, cuyo interés radica (más que en lo literario) en lo anecdótico, en lo biográfico, en el cierre perfecto de una vida literaria en la que construyó un linaje familiar signado por las armas y las letras.

El relato podrá tener las sombras finales del escritor, pero siempre será una fiesta para la literatura argentina hallar un texto inédito de Jorge Luis Borges.

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