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El vientista, compositor y cantante Diego Cortez brindó un taller y un concierto en Rafaela

Organizado por la Escuela Municipal de Música "Remo Pignoni" el destacado artista se presentó junto a la clarinetista Rocio Gjurkan en el auditorio del ISP N° 2. En tanto que en la jornada del sábado dictó una capacitación destinada a instrumentos de viento y cuerdas frotadas.

Cultura y Sociedad28 de abril de 2025Marcelo CalamanteMarcelo Calamante

Con un gran acompañamiento de público, el músico argentino Diego Cortez llegó a Rafaela por primera vez para brindar dos actividades organizadas por la Escuela Municipal de Música «Remo Pignoni», con el aporte de la Comisión para la promoción de la Cultura.

En la noche del viernes se presentó en el auditorio del Instituto Superior del Profesorado junto a la artista Rocío Gjurkan, donde mostraron un trabajo que vienen realizando desde hace unos años titulado «Melodías provincianas» en el que recorren el país musical con canciones folklóricas de nuestros principales compositores versionadas para instrumentos de vientos.

Diego Cortez, conocido por su maestría como vientista, dominando flautas y aerófonos de todo el mundo gracias a sus viajes y estudios, su conexión con el canto popular se arraiga en su infancia en el oeste cordobés. Influenciado por su padre, el poeta y folclorista Ramón Cortez, y sus hermanas cantoras, este canto se ha convertido en un rasgo distintivo de su arte, lleno de expresividad y profundidad. Sus interpretaciones y narraciones se nutren de poetas cercanos como Gaia Delfini y Luciano Debanne, así como de autores rescatados del olvido, como Isabel Cascallares Gutiérrez, cuya obra musicaliza.

 Su talento se manifiesta en diversos proyectos grupales como Embichadero, Calle Vapor, Aromo (junto a Julián Beaulieu y Pedro Saad, con quienes lanzó el aclamado disco «Rescoldo»), y Melodías Provincianas (con la clarinetista Rocío Gjurkan), donde su trabajo siempre destaca. Bandas como Duratierra y Toch lo invitan frecuentemente a sus conciertos. Además de ser licenciado en dos carreras en la Universidad de Cuyo en Mendoza y discípulo de grandes maestros como Lars Nilsson (de Markama) y Marcelo Moguilevsky, ejerce como docente en la Universidad Nacional de Villa María y en talleres de instituciones musicales en Argentina y otros países.

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Su formación

Cortez cuenta con una formación muy sólida propia del encuentro con grandes maestros: «Tuve la inmensa fortuna de cruzarme con uno de los grandes maestros de la flauta en Argentina y en Latinoamérica, llamado Lars Nilsson. Este docente que llegó de Suecia en los años 60, fue además el fundador de Markama, un grupo que también fue muy importante en el folclore andino, en el folclore instrumental andino. Tuve la gran suerte, la casualidad, de que él viviera en el valle de traslasierra, tuviera una casa ahí en Las Chacras, además de ser el profesor de la cátedra de flauta de la Universidad Nacional de Cuyo y en ese momento el decano de la Facultad de Artes. Resulta que, gracias a José Luis Serrano, quien interpreta a Doña Jovita, pude conocerlo a Lars cuando tenía 13 años, recién empezaba a tocar la flauta y ahí empecé a estudiar con él. Él pasaba una vez por mes por mi casa, cuando viajaba desde Córdoba hasta su casa en Las Chacras y después se iba a Mendoza. Pasaba en su autito y me dejaba material y volvía el mes siguiente. Así empezó mi etapa de formación institucional, de alguna manera, o mi formación más seria con la flauta, y a partir de ahí fue un camino de ida. Empecé a descubrir un montón de músicas, empecé a aprender sobre la teoría de la música y unos años después ingresé en la Universidad Nacional de Cuyo y terminé dos licenciaturas, una orientada a la música popular y otra orientada en la música clásica, las dos con la flauta. En ese proceso, esos siete años que viví en Mendoza fueron muy enriquecedores, y muy intensos, porque yo cursaba las dos carreras simultáneamente, entonces era muy común -o pasó a ser muy normal en mi vida- estar tocando Bach a la mañana y al rato estar tocando joropo venezolano, después estar viendo armonía clásica y después al rato estar viendo armonía aplicada con un lenguaje más proveniente del jazz, y así eran todos mis días. Fue una etapa muy linda porque toqué muchísimo, toqué y conocí mucha música nueva y luego tuve la oportunidad de ser becado por el Fondo Nacional de las Artes y por el Gobierno de Mendoza para estudiar con Marcelo Moguilevsky en la ciudad de Buenos Aires y con el profesor Raúl Becerra. Durante el proceso también de la carrera en Mendoza estudié con muchos docentes de todo el mundo, con Luis Julio Toro de Venezuela, con Alberto Almarza de Chile, con muchos docentes del país, de aquí, grandes flautistas de Argentina, solistas de orquesta. Luego seguí mi camino, al terminar la carrera en Mendoza, seguí mi camino y continué mi formación de manera independiente con Marcelo Moguilevsky, que abrió otros horizontes musicales. Comencé mis primeras semillitas en esto de la composición, a entender de otra manera la armonía, entender otro tipo de construcción musical. Paralelamente seguía estudiando con Raúl Becerra un repertorio clásico y luego seguí mi formación, por consejo de Moguilevsky, con el saxofonista Rodrigo Domínguez, también ahí en Buenos Aires, que me empezó a dar mis primeras herramientas en esto de la improvisación más relacionada con el lenguaje del jazz, que es un lenguaje que hasta el día de hoy sigue siendo un poco ajeno pero del cual aprendo muchísimo. Es otra influencia que me parece importante».

«En el año 2013, yo vivía en Buenos Aires, y me llegó el dato de que se concursaba el cargo de profesor de flauta y de aerófonos andinos, en la Licenciatura en Música Popular de la Universidad de Villa María. Sabía que era un desafío porque si quedaba tenía que viajar todas las semanas desde Buenos Aires, pero lo asumí con mucho cariño, con mucha responsabilidad, y ahí estoy trabajando desde el año 2013. Para mí ha sido una experiencia hermosa que me ha ayudado muchísimo a desarrollar un método o técnicas para enseñar particularmente música latinoamericana. A lo largo de los cuatro años que dura la carrera trato de abordar la mayor cantidad de géneros de la música latinoamericana, y bueno aprendemos, trato de enseñar cómo se toca un choro, una chacarera, un festejo, un candombe, un son cubano, un merengue venezolano, y tratar de que la flauta sea una herramienta para en realidad tocar cualquier música. Ha sido una experiencia realmente muy enriquecedora y me ha ayudado a desarrollar un método propio para enseñar, para transmitir la esencia de estas músicas tan diferentes», contó el músico.

En la jornada del sábado Diego Cortez brindó un taller para alumnos de la Escuela Municipal de Música «Remo Pignoni» y para músicos que llegaron desde otras ciudades del país.

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