San Moisés Profeta del Antiguo Testamento

Ella se cuenta que en la época en que Moisés nació, empezó a gobernar a Egipto un faraón que no quería a los israelitas y dio una ley mandando que todo niño varón que naciera había que matarlo.

Un día nació un niño de la tribu de Leví, pero sus padres lo dejaron flotando en las aguas del río Nilo dentro de un canasto, para que no lo fueran a matar los soldados del faraón. La sorpresa fue que cuando la hija del faraón fue a bañarse al río Nilo encontró al bebé y se propuso criarlo, colocándole por nombre Moisés, que significa: salvado de las aguas.

De esta manera, la hija del faraón adoptó a Moisés como príncipe y lo hizo educar en el palacio del rey donde se educaban los que iban a ser gobernantes de la nación, pero años más tarde, cuando Moisés fue mayor, defendiendo a un israelita de un egipcio, tuvo que salir huyendo hacia el desierto para que no lo mataran.

Por siete años, Moisés se dedicó al pastoreo de ovejas a la meditación y a la oración. Un día Dios se le apareció en una zarza ardiente y le indicó que guiaría a los israelitas a la tierra prometida. Fue así, como a través de signos de Dios, vinieron las terribles diez plagas de Egipto, se abrieron las aguas del mar rojo en dos grandes murallas para que el pueblo pasara a pie por terreno seco hasta la otra orilla, y el ejército perseguidor se ahogara.

Moisés sin duda alguna fue un hombre fuerte que se resistió a aceptar las debilidades de su pueblo, fue el libertador del pueblo elegido y mediador de la Alianza renovada en Sinaí, así como organizador de la teocracia hebrea.

Moisés fue quien subió al Monte Sinaí y allí Dios le dio los diez mandamientos, escritos en dos tablas de piedra, y prometió que quien los cumpliera tendría siempre sus bendiciones y su ayuda.