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La paradoja de Stockdale

«El optimismo absoluto es la negación del progreso porque considera que vivimos en el mejor de los mundos, que no es necesario cambiar nada, todo lo que pasa está bien. La idea de progreso es una combinación de pesimismo (las cosas están mal) y de optimismo (las cosas pueden mejorar); pesimista con respecto a la realidad presente, optimista en lo referido al porvenir, a las posibilidades futuras», Juan José Sebreli en su libro El asedio a la modernidad.

Deportes - Revista Atlético Rafaela 13/09/2021 Redacción Redacción
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Se asegura que el optimista espera que le sucedan cosas buenas, en cambio al pesimista le ocurre todo lo contrario. Ahora bien, más allá de esta simplista definición, se sabe también que el exceso de optimismo puede ser aún más contraproducente que el pesimismo. Demasiadas expectativas positivas, cuando luego no se hacen realidad, suelen ser tan frustrante como la total carencia de ellas. En ambos casos se termina falseando la realidad, asegura el doctor Norberto Abdala.
El almirante James Stockdale, fue el prisionero estadounidense de mayor rango de la guerra del Vietnam. Lo mantuvieron cautivo en el «Hanoi Hilton» y lo torturaron repetidamente durante 8 años pero, a pesar de todo, sobrevivió. Mientras estuvo en esa situación, observó que los prisioneros que primero morían eran los que tenían un exceso de optimismo que les hacía creer que en determinada fecha estarían liberados y junto a sus familias. Sin embargo, cuando ésto no ocurría, se deprimían, se abandonaban y finalmente morían. En cambio, los que mantenían la esperanza aceptando con realismo el horror que atravesaban, fueron los que finalmente sobrevivieron. El almirante tomó esto último como una decisión de vida tras analizar todo, y su concepto funcionó. Tiempo después se lo contó al escritor Jim Collins quien, en su libro Empresas que sobresalen, popularizó el concepto como «La paradoja de Stockdale».
Si uno toma algunos momentos de juego del equipo de Walter Otta, la posibilidad de contar con jugadores jóvenes que están teniendo un rodaje importante de cara al próximo año y analiza la pobre realidad del ascenso, podría caer en la tentación de volverse un optimista. Pensar que todo va a pasar rápidamente siguiendo este camino, que este torneo es una preparación que no ofrece riegos de descenso, y que entonces el próximo será el que nos devolverá protagonismo. Sin embargo, la realidad es distinta. Los resultados le han dado la espalda al equipo de Walter Otta no por casualidad o mala suerte, cosa que pudo haber ocurrido en algún partido. La buena cosecha de puntos no se da, fundamentalmente, por falta de funcionamiento colectivo y por ausencia de jugadores desequilibrantes. Pero lo más preocupante es que el entrenador parece haber perdido el rumbo. Sus cambios permanentes lo ponen en evidencia tanto como la falta de criterio para corregir de una buena vez el sistema defensivo, el que nunca funcionó adecuadamente en toda su estadía en el club.
¿Se trata de un mal entrenador al que la dirigencia mantiene por capricho? La respuesta a la primera parte de la pregunta es un contundente no. Otta ha demostrado en su carrera que es capaz y serio. La segunda parte se puede presuponer que también es un no, han dicho los dirigentes más representativos que creen en el proyecto y por ello lo van a sostener. ¿Hasta dónde? Para eso no hay respuestas.
En una zona muy mediocre, sin equipos sólidos, Atlético está en el fondo de la tabla. Esto es muy malo para la imagen del club, es destructor del entusiasmo de la gente y un enorme riesgo para la mentalidad de los futbolistas que se van a quedar. Sin embargo se valora que los dirigentes, si de verdad creen que es Otta el capitán ideal para un proyecto a largo plazo, lo sostengan. En definitiva, sería bueno que quienes toman decisiones, se tomen un tiempo y lean la Paradoja de Stockdale. Para encontrar un camino que nos saque de esta pesadilla.
 

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