Se cumple un año del primer caso de coronavirus en Rafaela

Por Pintos Sebastian - El día siguiente a que el presidente Alberto Fernández anunciaba el inicio de la cuarentena para todo el país, el intendente de la ciudad Luis Castellano, anunciaba el primer contagio de coronavirus, el cuarto en la provincia luego de haberse reportado casos en Santa Fe y Rosario, todos de personas que viajaron al exterior. La paciente "0" había sido una mujer de 40 años, M. E. González, quien viajó a Canadá y a su regreso se aisló, se le hizo un hisopado y los resultados confirmaron que padecía de la enfermedad. Luego de 8 días fue dada de alta y se transformó en el primer paciente recuperada de covid-19 en la ciudad de Rafaela.  

Aquella noticia que había comenzado en Wuhan a fines del 2019, y que por la tv internacional parecía tan lejana, en pleno marzo se volvió una realidad palpable en todo el territorio argentino. En Rafaela la ciudadanía no terminaba siquiera de asimilar o comprender las declaraciones que 24hs antes había realizado el presidente respecto al confinamiento para evitar la propagación, que al día siguiente se anuncia el primer caso. A partir de entonces, la palabra “incertidumbre” se apoderó de todo el accionar en la vida social.

Los días previo

Esa semana previa a los anuncios a nivel nacional, desde la ciudad ya se habían tomado medidas restrictivas para comenzar a resguardarse, en ese momento todavía de un fenómeno desconocido. El martes 17, el intendente Castellano, junto a Germán Bottero y el entonces coordinador epidemiológico Regional, Roberto Vitaloni, anunciaban restricciones para bares, confiterías, restaurantes, heladerías, mientras que los comercios de cercanía podían seguir funcionando bajo las medidas preventivas. Además, se suspendieron desde entonces la actividad en centros de capacitación, institutos, academias privadas, de enseñanza y deportivas, las celebraciones religiosas, el transporte público y la actividad en Salones de eventos y entretenimiento.

La ciudad sin saber a qué se enfrentaba comenzó a tomar medidas que en ese entonces eran catalogadas como “necesarias” para que pueda prevalecer la salud y así evitar contagios que hasta el momento no se habían dado, pero que según los especialistas no tardaría en llegar. Fueron momentos de mucho caos, dudas constantes, medidas que iban y venían, y la infodemia, no solo de los medios sino también de la ciudadanía en su conjunto que replicaba toda información que llegaba a sus manos sin siquiera chequear la fuente de donde se originaba, entre ellos audios que tendían a dar versiones confusas y alarmar a la sociedad, que de alguna forma se transformó en moneda corriente.

El anuncio

En la tarde del sábado CASTELLANOS anunciaba que en el reporte epidemiológico provincial figuraba la primera paciente rafaelina. Minutos posteriores desde el Municipio local se difundió un vídeo del Intendente Luis Castellano, que de forma mesurable y solicitando sobre todas las cosas guardar la calma, confirmaba la noticia respecto al primer caso de covid-19 en Rafaela. “Quiero pedirles que en estos momentos extrememos las medidas que todos conocemos y que definitivamente por amor a nosotros y a nuestras familias cumplamos con la cuarentena obligatoria” señaló en su momento Castellano.

Recordar que para entonces, la ciudad ya había fijado medidas restrictivas en las distintas actividades que hacen a los productivo y social, mientras que desde Nación ya se había fijado el asilamiento social, preventivo y obligatorio para todo el territorio. En su momento CASTELLANOS daba cuenta de lo sucedido en la ciudad y con el título “El primer día de aislamiento obligatorio tuvo dispar cumplimiento”, se reconocía que miles de personas se movieron igualmente, algunos por necesidad o por pertenecer a trabajos exceptuados en la norma y otros por no tomar conciencia de la importancia de la medida, también se anunciaba los primeros detenidos por el incumplimiento a la medida.

La actividad industrial en la ciudad fue nula, con excepción de los frigoríficos, las lácteas y algunas elaboradoras de productos alimenticios más pequeñas, mientras que desde la tarde las estaciones de servicio cerraron sus shops y solo contaban con el servicio expendedor de combustible. Mientras que aquellos comercios exceptuados por la medida podían continuar con sus labores, siempre y cuando se cumplan y respeten las medidas preventivas que se habían establecido en su momento.

Relajamiento a medida que avanzaban los días

El ASPO tuvo su impacto en la ciudad, que en los días de marzo, el movimiento era casi nulo, salvo aquellas personas que debían trasladarse a sus trabajos o a realizar compras en los supermercado o farmacias, el movimiento era insignificante a lo que nos tiene acostumbrado la ciudad. Aunque también debemos destacar que gran parte de la población también hizo caso omiso a las recomendaciones y las juntadas, fiestas clandestinas y demás se continuaron dando en la ciudad, en muchas de ellas, personal policial y agentes municipales debieron interceder. En el comienzo de abril, la cosa ya se tornaba difícil de contener y el relajamiento en la ciudad ya era notorio.

Ya para junio en el número de personas que prescinden de usar el tapabocas se incrementó notoriamente, mientras que los juegos de bochas con público, “picaditos” de fútbol y juntadas en la vía pública ya eran cosas de todos los días. Mientras que los profesionales y especialistas en salud apuntaban todos sus cañones para poder responder a un “nuevo caso 0”.

Más de 110 días de calma

En marzo/abril se produjo el primer brote. A la luz de los acontecimientos posteriores, resultó casi insignificante: apenas 21 contagiados en el primer mes de ASPO, principalmente de personas que habían viajado al exterior o a puntos turísticos de la Argentina con mucha presencia extranjera. Así y todo, se lamentó el primer fallecimiento de un vecino de la ciudad, quien había contraído la enfermedad en un viaje a Ushuaia.

Desde el 21 de abril al 16 de agosto no se registraron contagios. Fueron un total de 111 días, donde el relajamiento, empujado sobre todo por un hartazgo a las medidas de aislamiento, vendrían a ser uno de los grandes motivos de la magnitud de la segunda ola en la ciudad.

El 17 de agosto, la ciudad daba cuenta de un nuevo caso “cero” en la ciudad. La ciudad había pasado 5 meses con tan solo 21 casos, mientras que en los meses venideros el número se incrementaría hasta llegar a un total de 6963. 

Lucha en el hospital Dr. Jaime Ferré

A mediados de septiembre y tal cual se venía anticipando, el Hospital Dr. Jaime Ferré pasó a ser de atención monovalente, solo para casos de coronavirus. Esto significó dejar de atender otras patologías y los espacios principales de internación fueron destinados a pacientes con Covid, lo cual fue posible gracias a la ayuda de los sanatorios privados que brindaron una mano importante en la contención y recibimiento de aquellos pacientes que lo necesitaban.

Hospital Dr. Jaime Ferré fue sometido a la prueba más dura y exigente de su centenaria historia, el Jaime Ferré, exigió sus recursos al máximo. Cinco camas de terapia intensiva tenía el Jaime Ferré el 11 de marzo, cuando la OMS declaró la pandemia. Ya en abril llegaron algunas camas de alta tecnología y en medio de la inquietud por la falta de respiradores, también se notó la reacción de la solidaridad. Aparecieron las ofertas de aportes privados, pero enseguida la decisión del Estado nacional de monopolizar la compra de respiradores a los fabricantes privados y estimular la producción de los aparatos fue salvando esa carencia.

Tras esos cientos de días de “tregua”, en los que se pasó del aislamiento al distanciamiento social, la realidad indicó que en esos meses en que no hubo contagios, hasta el 17 de agosto, el sistema de salud se hizo más fuerte.

Y llegó lo peor. Para finales de octubre, el Jaime Ferré estaba estirado al máximo en su capacidad: convertido en Hospital monovalente desde septiembre, llegó a tener más de 65 internados y 33 de ellos en terapia intensiva, con 29 pacientes atendidos simultáneamente con respiración mecánica asistida, lo que sin lugar a dudas un escenario de estas naturalezas en el inicio de la pandemia hubiese significado la muerte sin atención posible para decenas, quizás centenares, de personas. Así de simple es contar lo que se evitó.