Es momento de trabajar juntos

En Rafaela, como en tantas otras ciudades, el Coro­navirus nos ha golpeado, nos ha conmovido, nos ha interpelado. Este 24 de octubre nos encuentra a los rafaelinos con un propósito común: dar batalla a un enemigo invisible, que nos afecta a todos y todas sin distinción, pero que también nos ha evidenciado profundas desigualdades. Por eso esta es una batalla que nos enseña a ser solidarios con el otro, a ejercitar la empatía, a fortalecer el diálogo, a trabajar en conjunto. Sin importar de dónde venimos o cómo pensamos, es un momento de trabajar juntos. La situación nos invita a unirnos como comunidad, porque todos necesitamos la ayuda de otros, todos somos vulnerables y también todos podemos ayudar. Hoy resulta muy claro: nadie se salva solo.

Siento que la distancia obligada con los afectos ha resignificado el valor de las cosas más sencillas, que son también las más importantes: la familia, los amigos, los encuentros y los abrazos: esas cosas que tanto nos gustan y que por estos días tanto añoramos.

Estos meses nos enseñaron también la importancia de tener un Estado presente y cercano, en todos sus niveles. Un Estado que invierta para que podamos tener un sistema de salud pública fuerte, capaz de dar respuesta y atención a todas las personas. Un Estado capaz de ayudar tanto a las empresas, como a los pequeños emprendedores y a los trabajadores. Nos enseñaron la importancia de invertir en ciencia y tecnología, y también lo indispensable de la conectividad. Comprobamos lo valiosas que pueden ser algunas profesiones y oficios que desde el primer momento resultaron esenciales: no sólo el personal de salud, médicos y enfermeras, sino también el personal de limpieza, los cuida­dores de los adultos mayores y de las personas con discapacidad o el personal de seguridad. También los trabajadores municipales, que no dudaron un segundo en poner el cuerpo para que podamos estar presentes en todo el territorio, asistiendo, conteniendo y acompañando a nuestra gente. Hoy sentimos agradecimiento y un orgullo enorme por todos ellos.

De cara al futuro se presentan muchos desafíos. Es imperioso sostener el delicado equilibrio entre salud y economía: no podemos abandonar los cuidados necesarios para prevenir contagios y debemos asegurar que el desenvolvimiento de las actividades económicas y productivas conserven el mayor grado de normalidad posible. El diálogo, la participación y la colaboración de las instituciones del territorio seguirán siendo claves para afrontar la continuidad de esta crisis y sus consecuencias. Tenemos, entonces, que seguir trabajando de manera coordinada y buscando soluciones en conjunto, con creatividad e innovación, por ello es fundamental sostener y potenciar estos espacios de articulación. 

Como ciudad y desde lo urbanístico también nos encontramos con nuevos paradigmas: la vida en la ciudad de la pospandemia tendrá mucho mayor desenvolvimiento en los espacios abiertos, de allí que será necesario adecuar la arquitectura y avanzar en los usos del espacio público, potenciando especialmente los espacios verdes. El mundo "en pausa" nos mostró cómo afectamos al ambiente, a los animales, a las plantas y al aire que respiramos. Tenemos que comprometernos todos con el cuidado de nuestra gran casa común.

Pero también nos queda el enorme desafío de acortar la brecha de desigualdades sociales, económicas, culturales y de acceso a bienes y servicios de primera necesidad. Debemos seguir comprometidos con el objetivo de una mejor calidad de vida, incorporando fuertemente la idea del cuidado interpersonal. En este sentido, hoy se ha vuelto evidente para todos que la calidad de vida también se propicia desde la conducta individual.

Más que nunca aprendimos que nuestras acciones afectan al conjunto. Reafirmemos los valores del diálogo, la solidaridad, la empatía y el trabajo: son los valores que han forjado nuestra ciudad y los que la han hecho tan hermosa. Sigamos construyendo una ciudad integrada, pujante e inclusiva. ¡Feliz cumpleaños querida Rafaela!