
La oposición solicitó se derogue la ordenanza votada en enero, que autorizó la donación a Provincia del predio ubicado en la prolongación de Av. Italia donde funciona el REMA con el fin de construir la nueva Alcaidía.
Pero no es la única duda ni la única falla del proceso. El forense apenas revisa el maltrecho cuerpo del bebé (le faltan miembros y tiene un agujero en el cráneo), ni siquiera determina su sexo, pero firma el certificado con total desaprensión: "Se trata de Charles Augustus Lindbergh Jr, y murió hace dos meses posiblemente a causa de un golpe en la cabeza". Caso cerrado y sin autopsia.
Hauptmann, contra todo, se declara inocente. Jura que los dólares hallados en su garaje son de un mercader judío llamado Isidor Fisch, que se los confió y murió durante un viaje a Alemania. Y su mujer asegura que el día del secuestro su marido estaba con ella. Contradicción que alienta a la prensa para alargar el suspenso… y las ventas.
Sale a la luz su historia. Bruno Richard Hauptmann Giugni, nacido en Sajonia el 26 de noviembre de 1899. Soldado artillero del ejército alemán en la guerra del 14. Herido en combate e intoxicado con gas venenoso. Terminada la guerra no encuentra trabajo como carpintero y empieza a robar junto con otro veterano: tres casas desvalijadas y dos mujeres asaltadas a punta de revólver. Condena a cinco años de cárcel. Cumple cuatro. Intenta entrar a los Estados Unidos como polizón del buque SS George Washington. Devuelto a Alemania, fracasa en un segundo intento. Pero la tercera es la vencida: disfrazado y con documento de identidad robado entra al país en el mismo buque… Trabaja como lavaplatos, obrero, carpintero en una empresa, y en 1924 se casa con la inmigrante alemana Anna Schoffler. Viven en un barrio bajo del Bronx. Tienen un hijo. No vuelve al delito hasta la Gran Depresión de los años 30, cuando pierde el empleo y –se supone– secuestra al bebé Lindbergh. Pero todavía no hay pruebas de ello.
Empieza el proceso, que la prensa titula "El juicio del siglo", y Hauptmann se convierte en "el hombre más odiado del mundo". Sucede en el tribunal de Flemington, New Jersey, a partir del 2 de enero de 1935, y termina el 13 de febrero del mismo año. A Hauptmann lo defiende el abogado –con fama de garantista– Edward Reilly. Pero las pruebas que exhibe el muy sagaz fiscal David Wilentz pesan demasiado: además de los dólares en el garaje, la escalera usada para bajar al bebé Lindbergh está hecha con la misma madera que el acusado tiene en su casa… y con las mismas herramientas. La escalera tiene un peldaño roto. Según el fiscal, "al bajar Hauptmann al niño secuestrado, el peldaño no resistió el peso, y el golpe en la cabeza contra un suelo muy duro lo mató en el acto".
Si realmente fue así, la carátula podía cambiar a "Secuestro con muerte no intencional". Pero la presión del público y la prensa, la ola de odio contra Hauptmann, y la muerte de un bebé de 20 meses que lleva el mismo nombre y apellido de un Superman humano, un titán del aire, se conjugan para que el carpintero alemán se fría en la silla eléctrica…
En principio, la batalla se libra en dos frentes: "secuestro y homicidio en primer grado", contra la figura "pruebas circunstanciales", y un acusado que sigue proclamando inocencia…Sin embargo, contra toda duda –incluso las del gobernador local Harold Hoffman– el fallo lo condena a muerte. La ejecución se fija para el 3 de abril de 1936. Como última comida, Hauptmann pide apio, aceitunas, pollo, papas fritas, manteca y pastel de cerezas. Al acto final asisten cincuenta invitados. La palanca baja a las ocho y media de la noche, y el condenado es declarado muerto dieciséis minutos después. Paredes afuera, unas dos mil personas celebran el final "del reptil más asqueroso que haya reptado sobre la tierra": frase del fiscal…
Ese día, Los padres del bebé Lindbergh estaban en Inglaterra. El cuerpo de Hauptmann fue incinerado. Pero muchos años después, contra viento, marea y pruebas de apariencia irrefutable, J. Edgar Hoover, el eterno, temible y mítico jefe supremo del FBI cuestiona duramente la investigación, el juicio y el fallo. Al parecer, el número de teléfono de Condon encontrado en un armario de la casa de los Hauptmann… fue escrito por un periodista. Uno de los testigos que dijo ver al acusado entrar esa noche a la casa de los Lindbergh… era ciego. Siempre se sospechó de que la escalera fue plantada por la policía, que también habría amenazado a varios testigos para que cambiaran su versión, y manipulado las tarjetas de asistencia al trabajo de Hauptmann, ya que muchos de sus compañeros declararon que el día del secuestro estaba con ellos.
En cuanto a Lindbergh padre, héroe nacional del cruce del Atlántico, en 1939 eclipsó su prestigio y estuvo a punto de ser declarado enemigo público de los Estados Unidos. Mientras los nazis acometen contra Europa, él recorre su país desplegando conferencias contra la guerra, propone y defiende el aislacionismo norteamericano, y se declara fervoroso partidario de Hitler, sus planes bélicos y el diabólico programa de partos selectivos: sólo debían vivir los que nacían sanos. Repudiado por el público y el gobierno, renunció a sus cargos de planificador y asesor de vuelos comerciales. Tan detestable fue su posición, que el gran escritor Philip Roth, en su novela La conjura contra América, narra cómo un antisemita y prohitleriano llega a la presidencia del país venciendo en las elecciones de 1940 a… ¡Franklin Delano Roosevelt!
El ataque a Pearl Harbour destroza sus planes y mina lo que restaba de su reputación. Sin embargo, Su a mediados de la Segunda Guerra llegó cierta redención para él: colaboró con las empresas fabricantes de aviones, y como piloto cumplió varias misiones sobre Europa y el Pacífico al servicio de su patria. Ganó nueve medallas: entre ellas, la de Honor del Congreso. Su relato del vuelo transatlántico le valió el Pulitzer 1954. Y un cráter lunar lleva su apellido…
Murió de linfoma el 26 de agosto de 1974, a sus 72 años, en Kipahulu, Hawai. Su último deseo fue que enterraran a su esposa junto a él. Sin embargo, con su desaparición se levantó el telón sobre su vida privada. Y si algo de prestigio conservaba su memoria, las mentiras descubiertas fueron un mazazo definitivo.
Mientras Lindbergh recorría Alemania y se enamoraba del nazismo, su esposa se dedicó a criar a sus otros cinco hijos y a escribir. Publicó más de 20 libros y una novela exitosa llamada Regalo del mar, que ocupó la lista de best-seller de The New York Times durante 80 semanas en la década del ‘50. A pesar que hasta el final se mostró con su marido, la relación estaba rota íntimamente. Y en sus últimos años conoció la doble -y hasta triple- vida que llevaba su esposo.
Morrow se enteró que Lindbergh no sólo viajaba a Alemania por cuestiones políticas, sino que mantenía una relación con Brigitte Hesshaimer, una mujer que tenía un comercio de sombreros en Munich con quien tuvo por lo menos tres hijos: Astrid Bouteill, y sus hermanos Dyrk y David Hesshaimer. Además, según el libro La Doble Vida de Charles A. Lindbergh, escrito por Rudolf Schröck, también tuvo dos hijos más con la hermana de Brigitte, Marietta, y otros tantos con su secretaria Valeska.
Anne Morrow falleció en 2001 y el deseo de Lindbergh no se cumplió. Su esposa fue cremada y sus cenizas arrojadas en New Jersey, cerca de donde fue asesinado su hijo. Alrededor de la tumba del aviador no hay nada.
La oposición solicitó se derogue la ordenanza votada en enero, que autorizó la donación a Provincia del predio ubicado en la prolongación de Av. Italia donde funciona el REMA con el fin de construir la nueva Alcaidía.
Por suerte está el libro. Con su ayuda se puede acomodar esa filosa pirámide e impresionar a los que tienen menos edad evocando personajes populares y o paralelos (de acuerdo al modo y costumbres socialmente aceptables).
El Observatorio Mumalá registró 2.590 femicidios y trans/travesticidios en la última década en Argentina. Santa Fe figura entre las provincias con más casos y Rosario concentra la mayoría de los femicidios vinculados al narcotráfico. Advierten que el desmantelamiento de políticas nacionales agrava el escenario.
Así lo expresó el técnico de Ferro, Hugo Togni, luego de la victoria por 1 a 0 ante Domingo Faustino Sarmiento en el partido de vuelta de la Copa Santa Fe y de obtener la clasificación a la tercera etapa.
El exministro de Gestión Pública y actual referente del peronismo local criticó en redes sociales la decisión del intendente Leonardo Viotti de avanzar con la instalación de una alcaidía en Rafaela. Aseguró que se trata de una medida tomada sin consenso y se sumó a los reclamos de concejales de la oposición que piden dar marcha atrás con el proyecto.