Por siempre líder

Por Oscar Martínez. "El secreto de un líder es simple: debe hacer lo que cree, dibujar una imagen del futuro e ir hacia allí" , Seth Godin, considerado como uno de los teóricos del marketing más importante del siglo XXI.
Se asegura que el trabajo de un maestro no consiste solo en enseñar lo aprendible, sino en generar en el alumno amor por el conocimiento, la necesidad de querer saber cada día más. Pero además, un docente que ejerce bien su liderazgo comunica, motiva y moviliza, generando convicción e implicación entre sus alumnos. El docente que es un líder positivo despierta sentimientos de respeto, compasión, agradecimiento, libertad. Para quienes fuimos afortunados por haber tenido maestros que responden a esas definiciones, se abrió delante nuestro un abanico de posibles usos, desde la lectura hasta la práctica deportiva. Cada uno de ellos viven en nosotros porque marcaron nuestro camino y los recordamos cuando ejercemos algunas de esas maravillas.
En los setenta y ochenta, para quienes amamos el deporte, ir los fines de semana al entonces Centro Nacional de Educación Física era un premio. La actividad en todo el predio que envuelve al Parque Balneario Municipal era por demás de intensa y apasionante. "Y no era obligatoria, se hacía por elección. Tampoco era selectiva, es decir que podían participar de la misma alumnos de cualquier establecimiento, estatal o privado", me dice Oscar Frana con los ojos encendidos.
-¿Cómo nace Líderes?
-"Surge porque éramos muy pocos profesores en Rafaela, no llegábamos a quince. Nos costaba mucho cumplir con las obligaciones que teníamos, porque  no solo se trataba de dar clases sino también del resto de las actividades, como organizar y controlar los distintos torneos, llevar las planillas, arbitrar, generar encuentros, y demás. Necesitábamos ayudantes preparados. Entonces le presenté a Osvaldo Mendiola, que era el Director del Centro Nacional de Educación Física, un proyecto para formar auxiliares. Era algo que yo había visto en Buenos Aires. Muchos de esos jóvenes que se formaron como Líderes, más tarde estudiaron para ser Profesores de Educación Física. Fue tan exitoso el proceso que teníamos Aspirantes, que eran chicos de sexto y séptimo grado, Pre-líderes, de primero, segundo y tercer año, y finalmente los Líderes. La actividad duraba todo el año, los chicos se preparaban en todas las actividades, en todos los deportes, y el premio era ir al campamento grande a principios del año siguiente".
-Era un premio que ya estaba instalado en Rafaela…
-"Osvaldo Mendiola trajo la idea a la ciudad. Eran campamentos que se hacían mayoritariamente en plantas en el sur, en lugares estratégicos y hermosos, generalmente a la orilla de un lago y en medio del bosque. Pero también los hicieron en Catamarca, en La Rioja, en Córdoba, en el mar… El primero que se realizó en la Patagonia fue en el año 1964, y fue mixto. Viajaron alumnos de las escuelas Normal de Rafaela y de Coronda. Yo fui en 1965 a Huemul. Cuando en 1971 se creó el CNEF 14 en Rafaela, absorbió esta actividad que antes era organizada por las escuelas. Significaba un gran desafío, porque llevábamos un promedio de 50 jóvenes de entre 16 y 17 años durante dos semanas. Éramos unos diez adultos entre profesores, médicos, cocineros…se trabajaba mucho, porque no íbamos de vacaciones a un sitio donde había gente que nos atendía, estábamos solos y había que hacer que todo funcione. Eso nos incluía a nosotros y obviamente, a los chicos. Era un gran premio para todos".
-Nosotros no dormíamos un par de días antes de que expongan la lista de los que viajaban. ¿Cómo era el trámite para ustedes?
-"Especial, aunque en general viajaban todos los líderes. Pero para ustedes era todo un acontecimiento. Había que hacer méritos a lo largo de todo un año y también cumplir con el estudio, porque los que se llevaban materias a marzo no viajaban. Había un escalafón".
-Líderes nace en 1975 y como dijiste, fue un gran éxito. ¿Por qué se termina?
-"Se cerró en 1999 con un campamento a Inalco, Villa La Angostura. Ya los profesores tenían que trabajar con las escuelas primarias, porque el Centro había pasado a la órbita de la Provincia, que tiene un sistema distinto, y se complicaba. Ojalá alguna vez la actividad de Líderes regrese".
Oscar nació en Rafaela el 22 de abril de 1947, y vivió su infancia y parte de su adolescencia en la esquina de Urquiza y Dentesano, frente a la sede de Atlético, un sitio donde funcionó por años su gimnasio. Sus veredas de pertenencia eran esas, en pleno barrio Alberdi. Iba a la Escuela Normal, a la Capilla San Antonio y jugaba en el club al fútbol y en verano, al básquet. Se habla de Atlético, claro. "Llegué a jugar en Primera y era delantero goleador en los tiempos en que el club estaba condicionado tras haber realizado las 300 Indy". 
Terminó el secundario como maestro, porque en ese tiempo la educación era así, todavía no existía el profesorado. Su amor por el deporte y el incentivo de Osvaldo Mendiola lo llevaron a ser profesor de Educación Física. "Estudié en el mismo instituto donde se recibió él, en el INEF San Fernando, Buenos Aires, gracias a que me gané una beca. Éramos jóvenes de todo el país y aún nos juntamos cada año en un lugar distinto. Cuando me recibí tuve la posibilidad de quedarme a trabajar allá, pero tomé la decisión de volverme a Rafaela. Y estoy feliz de ello. Empecé a dar clases en escuelas y paralelamente pusimos un gimnasio en el garaje de mi casa paterna junto al profesor Juan Albanesi. Fue el segundo de la ciudad detrás del que hicieron Emeldo Ré y Osvaldo Mendiola. Lo tuvimos durante casi cuarenta años, dejamos cuando me jubilé", cuenta Oscar, que más adelante fue director del Centro de Educación Física y luego Supervisor. "Y como podía mantener horas de cátedra, era ideal. Me gustó mucho la tarea de directivo, me apasionaba organizar, imaginar cosas nuevas".
-El mundo cambió, ¿y la Educación Física?
-"Muchísimo. Cuando yo me recibí los únicos que teníamos un buzo y zapatillas acordes éramos los profesores, y muy poca gente se ejercitaba. Hoy eso se ha potenciado y gran porcentaje de la sociedad prioriza la actividad física para mejorar su salud. Hay muchos gimnasios, variedad de tipos de gimnasias y muchísima gente que hace actividades al aire libre".
-¿Realmente te gustaba ser directivo?
-"Si, además, como dije, podía mantener horas de cátedra. Además desde 1974 y hasta el retiro, di clases en el Profesorado Joaquín V González, es decir que estaba en ambos lugares. Pero me gustaba eso de hacer cosas nuevas. Por ejemplo, un día me llegó el informe sobre una escuela abandonada en la zona Rural de Humberto y me pidieron una opinión sobre qué hacer con ella. Fui a verla y encontré una casa tapada de yuyos pero perfecta en lo estructural. Propuse hacer una planta campamentil. Fue un trabajo duro junto a la gente de la Comuna, y al profesor Omar Martínez, pero quedó perfecta. Saber que aún funciona es una enorme satisfacción".
-¿Te costó el retiro?
-"No. Soy muy activo, hice cursos, mantengo la actividad física. No extraño, pero disfruto mucho de los recuerdos, de los amigos que me dejó la profesión y del encuentro con ex alumnos. Cuando tenés una vida y una actividad plena, recordar momentos es emotivo y satisfactorio a la vez".
-Cincuenta años del Centro, es toda una vida. ¿Cómo se da lo del libro?
-"Cuando se acercaba la fecha comencé a juntar material, interesé a la gente de la cátedra de historia del profesorado y luego se sumaron dos chicas jóvenes a las que le encantó la idea de volcarlo a un libro, primero digital y en poco tiempo en papel. Jessica Montenegro y Verónica Rivadero, que son dos profesoras muy apasionadas, hicieron un trabajo increíble para que la historia la pueda conocer cualquiera. Haberlo vivido y disfutar los recuerdos es fantástico".