"El alineamiento político de los tres niveles de Estado permitió enfrentar la pandemia"

Transcurrimos un largo y agotador año signado por una terrible pandemia que, en el caso de nuestro país, llegó, al inicio del mandato de un nuevo Gobierno Nacional elegido por el pueblo argentino.
Un análisis básico nos permite suponer que ese nuevo mandato surge como respuesta de un pueblo golpeado por la inconsistencia y las contradicciones de un Gobierno Nacional anterior, que asumió prometiendo un camino y transitó luego en gestión, otro totalmente opuesto a lo prometido.
Menciono sólo 4 postulados que interpreto como retrocesos en la vida de los argentinos:
Una pérdida permanente del poder adquisitivo del salario.
Un endeudamiento superlativo del país.
Una degradación del sistema de salud público y privado.
Un crecimiento de la pobreza.
Menciono esto, solo para poner en contexto, donde estábamos parados al momento de la llegada de esta pandemia sin precedente que golpea sobre la humanidad toda. 
En el caso de los rafaelinos, ese nuevo escenario nacional, también fue acompañado por un cambio de signo político en el Gobierno Provincial y por una nueva ratificación del Gobierno Municipal; lo que constituyó un alineamiento ideológico político (Estado Nacional, Estado Provincial y Estado Municipal) como hace mucho no se daba.
Debemos ser conscientes que ese alineamiento nos permitió enfrentar la pandemia, consiguiendo respuestas y asistencias para asistir y equipar un sistema de salud público, que contaba con un equipamiento conformado por sólo 5 camas de terapia intensiva con asistencia respiratoria al inicio de la pandemia y que pudo aumentarse en tiempo récord, a un número de 35 camas con asistencia respiratoria.
Además, se reasignaron camas intermedias, y aún en los peores momentos, nuestro Hospital viene contando con una muy buena provisión de insumos.
Estas acciones surgieron como una rápida respuesta del Gobierno Provincial a las carencias sanitarias de nuestra ciudad.
Además, fue necesario incrementar la disponibilidad de recursos humanos, que permitiera operativizar este crecimiento sanitario y que, por otro lado, permita una rotación a un personal sanitario estresado y saturado. Acá los esfuerzos y recursos provinciales fueron acompañados por esfuerzos y recursos locales.
Desde el inicio de la pandemia, el aislamiento y las restricciones, fueron la respuesta, en la búsqueda de evitar un crecimiento de contagios vertiginoso, que imposibilite acompañar todo este proceso de fortalecimiento sanitario.
En ese primer momento, fue el Gobierno Nacional, con distintas líneas de financiamientos y fundamentalmente con la implementación del IFE y de los ATP, quien asistió con estos programas y dio respuesta a las dificultades económicas productivas derivadas de estas restricciones.
Por otro lado, no podemos dejar de valorar la histórica interrelación pública-privada reinante en nuestra ciudad, la que posibilitó una vez más y más allá de las diferentes posturas surgidas a partir de las diferentes representatividades y a instancia de la convocatoria del Gobierno Municipal, sentar en una misma mesa a organizaciones representativas de nuestra ciudad, que permitieran tomar decisiones lo más consensuadas posibles, logrando de esta manera, que las medidas tengan un buen nivel de acompañamiento y por ende repercutan con un importante grado de eficacia.
Claro está, que nos queda un camino incierto por seguir recorriendo, y que lo relatado y vivido hasta aquí, a lo largo de la pandemia, lejos está de poder considerarse un éxito, pero una vez más, queda demostrado que, desde una mirada comunitaria, contamos con fortalezas en las que debemos seguir centrando las acciones futuras.

La pandemia nos interpela

Queremos recuperar una normalidad, que probablemente nunca vuelva a ser tal. Seguramente avancemos hacia cambios de hábitos y hacia readaptaciones de actividades.
En este contexto, de crisis sanitaria, social y económica, nos toca conmemorar un nuevo 1° de mayo. Fecha que representa la lucha reivindicativa por excelencia, de la clase trabajadora.  Y lo hacemos desde nuestra histórica postura de construcción comunitaria. El primero de mayo  marca el triunfo de la clase trabajadora por conseguir un principio de justicia a partir de la limitación de la jornada laboral.
Su logro, significó un cambio de época y se constituyó como un avance específico de la clase trabajadora que impactó por añadidura en el conjunto de la sociedad. 
Los trabajadores a lo largo de la historia, hemos priorizado lo colectivo por sobre lo individual, seguramente porque la historia nos mostró con creces, los beneficios de la lucha colectiva y solidaria por sobre cualquier intento de desarrollo individual, gestado a espaldas del bien colectivo.
Esa experiencia histórica, es la que nos permite invitar al conjunto de la sociedad a entender lo difícil de la hora que nos toca transcurrir, debemos avanzar hacia el concepto de solidaridad social activa, donde nos miremos como comunidad y no como individuos.  No puede ser que ante este enorme flagelo que estamos atravesando, ni siquiera nos pongamos de acuerdo en que debemos actuar en dirección a priorizar el bien más preciado del hombre que no es otro que el derecho humano a la vida.
Las guerras mundiales del siglo XX, son el antecedente más reciente de muertes masivas y destrucción del tejido social a escala planetaria, aquella catástrofe derivó en la generación y diseño de la seguridad social como base de un sistema solidario que pudiera dar respuesta a la necesidad de una reparación social. Surge entonces la seguridad social sustentada en un sistema basado en tres ejes claros: el que más tiene, aporta por el que menos tiene; el más sano por el más enfermo y el más joven por el más viejo.
Aquellos tres ejes claros bajos los cuales construimos y sustentamos la seguridad social que nos permitió reparar la debacle social generada por las guerras, quizás deban ser el punto de partida para el diseño de políticas y la toma de decisiones futuras que nos permitan recuperarnos de la catástrofe social a la que puede conducirnos esta pandemia.