El corazón de Walter

Al fútbol pandémico le conviene la televisión, eso está claro. Aún este servicio mediocre llamado TyC Sport Play, que merece reconocerse, tuvo ayer dos virtudes. Uno, es gratis. En realidad siempre lo es. Y dos, la gran mejora mostrada con el relato de Alejandro Ambort, los comentarios de Diego Oviedo, y la casi total ausencia de la “ruedita” que se ve cuando se congela la imagen. Entonces, en estas condiciones, es más agradable ver fÚtbol en el sofá de casa que en los estadios. “Un campo de fútbol es un juguete grande que funciona con las pilas de la ilusión humana”, asegura Jorge Valdano. O se trata de “esqueletos de multitudesç”, según brillante definición de Mario Benedetti. Si hasta en una Liga algo devaluada pero estelar como la española, trabajan buscando alternativas para mitigar el silencio. La iniciativa, denominada “Stadium Home”, propone que los espectadores se conecten a una plataforma mediante sus móviles u ordenadores, a través de los cuales se irá transmitiendo el audio de sus reacciones y gritos de ánimo a “la voz del estadio” o a un sistema que incorpore un altavoz por asiento. Parece una locura, pero si usted hubiese estadio en el Monumental este sábado tal vez lo entendería mejor.
Dicen los expertos que durante el primer mes tras un infarto, el corazón debe ser cuidado extremadamente, porque está ultrasensible. Por eso se le ordenó a Walter Otta que se cuide físicamente, en la alimentación y, fundamentalmente, que no se exponga a ningún tipo de emoción más allá de lo normal. Y también se le pidió al entorno que colaborara en ese propósito. Pero lo del sábado, justo cuando retomaba su puesto en esa silla eléctrica que es el banco de suplentes, pareció una exageración. Los jugadores, los de ambos equipos, jugaron como si le cuidaran el corazón a Walter. Nada de entrega, ninguna pierna fuerte, ni un grito, menos aún empujones o insultos, y ni hablar de situaciones de gol. Si hasta el árbitro se sumó a la propuesta. Sólo unos “inadaptados” reaccionaron en la tribuna porque el juez no expulsó, cosa que hubiese hecho hasta Oyarbide, al cuatro de Defensores. Pero se trató solo de un par de minutos.
Los partidos se pueden analizar de manera individual. Y entonces se dirá que este fue un bodrio. Defensores fue algo más, muy poquito, en la primera etapa. Hasta que entendió que Atlético no lo podía lastimar, y entonces simplemente se conformó con ver pasar el partido. Ante este opaco rival, el equipo de Otta antepuso un fútbol prolijo pero sin matices. Sin problemas en la contención y con la convicción de que tenía ante sí una defensa permeable. Pero nadie parecía decidido a arriesgar. Como dije, los partidos se pueden analizar de manera individual. Pero se los debe valorar en el contexto del torneo. Y en éste, ambos tenían la necesidad de ganar, el empate no les sirve demasiado. Y sin embargo nadie quiso arriesgar. El resultado fue contundente. Un enorme cero.
No conozco a Walter Otta, nunca he hablado con él, pero sus declaraciones siempre calmas suelen mostrar pasión, y su comportamiento en el costado del campo de juego certifica que es un hombre apasionado. Da la sensación entonces, de que no se lo cuida con partidos como el de ayer, sino todo lo contrario. Supongo que es más sano un grito de enojo que el fastidio interior que genera la frustración. Si es así, les pido a los futbolistas que jueguen, porque siempre el coraje es mejor. Así, de paso, revalorizan al fútbol mientras le cuidan el corazón a Walter. Y nos alegran el nuestro.