La fecha se eligió dado que un día como hoy del año 1944, un grupo de empleados de la ciudad de Buenos Aires creó el Sindicato Argentino de Trabajadores de la Industria Lechera (SATIL) para defender sus derechos, y designó una comisión provisoria que encabezó Fidel del Valle Reynoso.
La huelga había logrado mantenerse no violenta gracias a la coordinación de August Spies, un joven líder anarcosindicalista y editor del precitado periódico alemán. Sin embargo, en su tercera jornada, algunos huelguistas se enfrentaron a los esquiroles que habían acudido a trabajar a las fábricas y la Policía disparó contra ellos, matando a dos personas.
Indignados por la violencia policial, grupos anarquistas convocaron una manifestación al día siguiente, el 4 de mayo, en la plaza de Haymarket, el corazón comercial de Chicago. El primer borrador del panfleto de la convocatoria hacía un llamamiento a que la clase trabajadora acudiera armada al evento, pero Spies dijo que no participaría si se mantenía esa frase. Se redactó un segundo panfleto, retirándola, y se distribuyeron más de 20.000 copias, en inglés y en alemán, en un solo día.
Al día siguiente, la concentración comenzó de forma pacífica. Albert Parsons y August Spies dieron largos discursos ante las cerca de 3.000 personas congregadas. Spies aseguró en su intervención que el objetivo de esa manifestación no era organizar disturbios, sino reivindicar la jornada laboral de ocho horas y explicar los últimos acontencimientos.
Varios agentes de policía observaban atentos a las personas congregadas, que se encontraban en una actitud pacífica. También se acercó a escuchar a los ponentes el alcalde de Chicago, Carter Harrison, el cual se marchó antes de que acabaran las intervenciones a la vista de que la multitud se encontraba muy tranquila.
A Spies le siguió en el escenario Samuel Fielden, un pastor metodista, albañil, anarcosindicalista y tesorero de la American Group. Spies permaneció en el escenario junto a él, mientras que Parsons les abandonó, junto a su amigo Albert Fischer, para atender otro mitin anarquista en Zepf's Hall.
Fielden no había participado en la preparación de la manifestación, al haberse enterado tarde de su existencia y se había ofrecido voluntario para hablar en el último momento. Su discurso no duró más de diez minutos, pero fue apasionado y llamaba a la movilización. Mientras finalizaba su intervención, un numeroso grupo de policías se personó en el lugar, se acercaron al carro al que estaban subidos los oradores y empezaron a dispersar a la multitud. El inspector de policía John Bonfield ordenó a Fielden que detuviera su discurso y a las personas concentradas que se marcharan, a lo cual Fielden le contestó que se trataba de una reunión pacífica y que no tenían ningún derecho para interrumpirla.
En ese momento, alguien arrojó una bomba de fabricación casera hacia el grupo de policías, la cual detonó y mató a siete de ellos en el momento. Se trata de la mayor matanza de agentes de la historia del cuerpo de policía de Chicago. Una ciudad que, recordemos, albergó a Al Capone.
Este hecho fue seguido de un intenso tiroteo entre obreros y policías. El New York Times aseguró que los manifestantes dispararon primero, mientras que el historiador Paul Avrich sostiene que fueron los agentes quienes lo iniciaron, disparando sobre personas que huían del lugar. Sobre lo que sí hay consenso es que en escasos minutos la plaza se vació y 60 policías acabaron heridos, pero muchos de ellos por fuego amigo. El agente de policía Michael Schaack, encargado de investigar los hechos, escribiría tiempo después confesando que el alto número de heridos en su bando se debía a "excesos" cometidos por compañeros suyos.
En total siete agentes y cuatro manifestantes fallecieron ese día. Otro policía fallecería dos días más tarde a consecuencia de sus heridas. Se desconoce el número de trabajadores lesionados, pues muchos no acudieron a ser atendidos por médicos para evitar posibles detenciones.
Las detenciones
Al día siguiente, la Policía llevó a cabo una redada en la sede del Chicagoer Arbeiter-Zeitung. August Spies fue detenido en el acto, así como su tipógrafo, Adolph Fischer.
Varios registros en domicilios de conocidos anarquistas se llevaron a cabo en los siguientes días y decenas de activistas fueron detenidos.
Entre las casas que se registraron se encontraba la del anarquista Louis Lingg, donde el 7 de mayo se encontró dinamita y materiales para fabricar bombas.
También fueron detenidos Samuel Fielden, Michael Schwabb (editor del Arbeiter-Zeitung), Oscar Neebe (quien intentó relanzar el Arbeiter tras las detenciones) y George Engel, conocido por ser un sindicalista muy activo, pese a que el día de los hechos había estado en su casa jugando a las cartas.
Albert Parsons no se encontraba en Chicago durante las detenciones, pero sabiendo que le estaban buscando y no queriendo abandonar a sus compañeros, se entregó a las autoridades.
En total ocho personas fueron acusadas de conspirar y organizar la matanza. A nadie se le atribuyó concretamente la acción de arrojar la bomba. Cinco de los acusados eran inmigrantes alemanes: August Spies, Louis Lingg, Michael Schwab, George Engel y Adolph Fischer. El sexto, Oscar Neebe, había nacido en Estados Unidos, pero era de origen alemán. Albert Parsons también había nacido en Estados Unidos y era de origen inglés. El octavo acusado, Samuel Fielden, había nacido en Inglaterra.
La condición de extranjeros de la mayoría de ellos tuvo un enorme peso en la sociedad estadounidense, que temía la invasión de "ideas revolucionarias extranjeras", como bien explica Tom Goyens en su ensayo, publicado en 2007, "Beer and Revolution: The German Anarchist Movement in New York (1880-1914)".
De todos los acusados, sólo August Spies y Samuel Fielden habían estado presentes en Haymarket durante la explosión.
El juicio
El juicio contra los ocho acusados arrancó el 21 de junio de 1886 y finalizó el 21 de agosto. El juez, Joseph Gary, no supo guardar las formas y se mostró muy hostil hacia los acusados a lo largo de todo el proceso.
La campaña de solidaridad con los acusados consiguió reunir 40.000 dólares para pagar a investigadores, cronistas que documentaran la totalidad del juicio y pagar los "modestos honorarios" de los abogados defensores, en palabras del historiador Paul Avrich.
La defensa fue liderada por el abogado William Perkins Black, un respetado veterano de la Guerra Civil condecorado con la Medalla de Honor y letrado de gran prestigio en Chicago. Sin embargo, su buena reputación no pudo soportar la decisión de defender a los anarquistas y, como consecuencia, fue condenado al ostracismo por sus compañeros y perdió muchos clientes. Le acompañaron en estrados los abogados Sigmund Zeisler (miembro de la Liga Antiimperialista), Moses Salomon y William Foster.
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