Por esto es difícil y caro alquilar en Rafaela

Por Martín Lehmann. Una conocida frase dice “No quiero que el Estado me dé una mano, sino que me saque las dos de encima”. Es que cuando la estructura estatal pasa de tener un tamaño razonable a hacerse gigante, se vuelve muy cara de mantener y además se pone torpe, rompiendo cosas a su paso.
Uno de sus daños más palpables de los últimos tiempos es la ley 27551 (https://www.argentina.gob.ar/normativa/nacional/ley-27551-339378/texto) del año 2020, más conocida como Ley de alquileres.
No solo no facilitó el acceso a la vivienda de aquellos que necesitan alquilar, sino que les empeoró el panorama. Podemos decir entonces que logró el efecto opuesto al buscado.
Premeditado o no, el resultado era esperable. Decir que los legisladores que la votaron no conocían lo que realmente iba a pasar es pecar de inocentes. ¿Cuál es la razón entonces de haberla impulsado? Demagogia, jugar para la tribuna, mostrar sensiblería barata… elija usted la opción que mejor le parezca. Y es que hace tiempo gran parte de la ciudadanía vota intenciones, no resultados. Aquella parte del juramento “…que la Patria se lo demande”, bueno… parece que no se estaría cumpliendo.
La secuencia del desastre actual en el negocio inmobiliario se dio de la siguiente manera: las nuevas regulaciones perjudican a los propietarios haciendo que el negocio de tener una propiedad en alquiler se torne menos rentable y más riesgoso. Así entonces muchos dueños prefieren retirar sus propiedades del mercado de alquileres, varios de ellos poniéndolas a la venta. Esto explica por qué en casi todo el país se ven tantos carteles de “vende” colgados en las puertas y balcones.
Acá comparto un garabato explicativo, por si aún algún lector despistado no pudo captar lo sencillo pero fulminante del efecto causado por la Ley de alquileres.
Es cierto que existen personas a las que les podría ser útil algún tipo de ayuda para poder alquilar una casa o un departamento. Pero no es a través de las prohibiciones y por el monopolio de la fuerza estatal como se puede llegar a acompañarlos. En cambio ¿por qué no pensar en cuidar a la gallina de los huevos de oro? Atraer a los propietarios de viviendas para que les resulte atractivo volcar sus casas al mercado. Ideas como exenciones impositivas y seguridad jurídica son opciones naturales que podría brindar el Estado. Pero ya sabemos que el apetito fiscal no permitiría la primera y la cobardía gubernamental para ejecutar las normas se opondría a la segunda.
El fracaso ha sido tan rotundo que actualmente los legisladores nacionales se encuentran intentando revertir esta situación. Pero a no ilusionarse… están hablando acerca de una reforma de esta ley, cuando directamente deberían abolirla. Nuevo fracaso en puerta. Es que aún parece que el clamor de muchos argentinos no está queriendo ser escuchado por los políticos: “No queremos que el Estado nos dé una mano, sino que nos saque las dos de encima”.