Ganamos. ¡Y no es un sueño!

Por Oscar Martínez. La vida es sueño, decía Calderón, y el mundo del fútbol se alimenta de ellos. Cuando uno no encuentra en la realidad lo que busca, en este caso, en el de Atlético, una victoria, y ya se cambió de entrenador, se trajeron refuerzos, se tomó conciencia de que había que pelear contra el fantasma del descenso y que la historia por sí sola no vale de nada, en estos momentos, uno suele buscar la asistencia de los sueños. Un par de amigos me dijeron en la semana que, de tanto desearlo, imaginaban cómo sería ganar después de tanto tiempo. Fueron 13 fechas de angustias cada vez más grandes. Esta vez el 13, un número que está asociado al arcano de la muerte, no fue la yeta. Lo cierto es que por estos días, varios echamos mano al sueño, a imaginar cómo sería volver a la victoria. Nos metíamos en una realidad paralela, como en Las puertitas del señor López, la inolvidable historieta de Carlos Trillo y Horacio Altuna, en la que el protagonista busca escapar de la mediocridad en que vive inmerso y hallar un alivio a la crueldad que dirigen contra él quienes le rodean, y lo hace ingresando al cuarto de baño, el lugar donde puede liberar su imaginación y trasladarse con ella a mundos en los que encuentra versiones alternativas de su patético universo real. Bueno, varios andábamos en eso, buscando un triunfo de nuestro equipo en la realidad paralela. Lo cierto es que en una tarde luminosa y helada de invierno, con un estadio Monumental con poca gente pero que desplegó su pasión como pocas veces, alentando al equipo como entendiendo que ganar también dependía de ellos, Atlético ganó, y lo hizo merecidamente. Consiguió un gol gracias a la pegada maestra de Marco Borgnino apenas empezó el segundo tiempo, no sufrió nunca el asedio del rival, y dispuso de al menos cuatro situaciones para ampliar la ventaja. Aprendió de sus errores, aunque el entrenador repitió el ingreso de un segundo volante central como ante San Martín de Tucumán, pero esta vez Castellano y Soloa jugaron distinto, el equipo no se tiró atrás, y se dio. ¡Ganamos! Uffff…En la semana Pablo Vico, el entrenador de Brown, dejó claro en una nota con el programa de deportes de Radio Universidad que no le gustaba enfrentar a Atlético. El mensaje parece haberlo recibido su plantel, porque su equipo nunca jugó, solo se defendió y esperó por un error o un acierto casi milagroso. Como le critiqué a Medrán por sus decisiones ante Tucumán, los jugadores leen rápidamente los mensajes de los entrenadores, y cuando estos son negativos los resultados también lo son. Ganar te regala tiempo para construir el futuro. Pero la satisfacción verdadera se consigue cuando sientes que el equipo es tuyo y juega como tú quieres. Y para esto aún necesito tiempo. El equipo aún no es mío por completo; relataba Guardiola hace un tiempo. Lo debe pensar el Medrán. El entrenador que ayer logró por fin una victoria en su cargo. Sabe que el tiempo para los festejos en este juego es efímero y que en pocos días habrá que rendir un nuevo examen. Pero ahora sus jugadores saben que ellos también pueden ganar. Algo tranquilizador después de haber estado cerca de acostumbrarse al fracaso.
¿Si se jugó bien? ¿Acaso importa en esta situación? Lo real es que este pequeño alivio debe darle al cuerpo técnico la posibilidad de convencerse que para ganar con más continuidad lo fundamental es jugar bien. Y no se habla aquí de jugar lindo. Se ganó una batalla en esta dura guerra para mantenerse en la categoría. Y esto da la posibilidad de abrir una puertita donde la realidad paralela nos muestre a nuestro equipo jugando mejor, ganando, y escalando en la tabla. Seguramente que voy a abrir la mía. Siempre es bueno soñar alegrías.