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Atlético sigue siendo la base

13/01/2023 Redacción web Redacción web
hinchada

Por Oscar Martínez. Ser de Atlético no es nada difícil, al menos para mí. Tuve suerte. Con mi club fui campeón de muchas más cosas de las que de pibe podía imaginar y viví experiencias que pocos hinchas de otros clubes pueden recordar. Y no hablo sólo de fútbol, claro. En Alberdi también descubrí el valor que se alimenta del miedo más profundo y el sabor real de la victoria, ése que sólo se siente después de levantarse de la caída más dura. En lo deportivo y, fundamentalmente, en lo institucional. Atlético no es parte de lo que suelo llamar, con desdén y algo de envidia, "la burocracia del éxito". No necesita ganar para ser amado. Le basta con ser.

Mi club cumple años. Y va a festejar en tiempos donde ha festejado poco, si se lo compara con lo que disfrutamos hace algo más de un lustro. Fundamentalmente en ese maravilloso juego llamado fútbol. Porque se sabe que ser hincha de la Crema es no vivir de glorias pasadas. Es respetar a los que escribieron la historia e ir hacia delante con los sueños. Ser hincha de Atlético es querer tocar el cielo una y otra vez a pesar de los tropiezos. Es ir a todas y estar en todas. Es reconocer al de al lado. Tener nobleza, hidalguía. Es ser irrenunciable. No es determinante, aunque sí muy importante, lo que ocurra en este torneo que dentro de poco tiempo comenzaremos a vivir, porque mañana el club seguirá siendo el mismo… digno de imitar. Y sus hinchas ya han dado sobradas muestras de hidalguía, empatía y caballerosidad. Ser hincha de Atlético, finalmente, es la mejor explicación de la palabra orgullo.

La gran mayoría de los jóvenes que va regularmente al club seguramente tienen un sueño en común: triunfar en el deporte que los apasiona. No hablo exclusivamente de fútbol en el país del fútbol, pero sí de pelotas, de corridas, de tantos y de triunfos memorables. Cada uno de ellos sueña, también seguramente, con vestir la camiseta celeste y blanca. Algunos luego toman vuelo y lo trascienden, muchos salen en las noticias deportivas por sus logros individuales o grupales, pero todos, o al menos la gran mayoría, encuentran en Atlético un respaldo que los fortaleces como personas. Y esto es gracias al trabajo de mucha gente que cada día ofrece lo mejor de sí. Atlético enseña los códigos del deporte, que son los códigos de la vida misma. Los clubes construyen comunidad y sentido de pertenencia, son espacios inclusivos donde se forjan lazos y valores que hoy más que nunca es necesario recuperar. Es que el club, tal como dejó expuesto el seleccionado nacional, cuando se repasa las declaraciones de los campeones mundiales, sigue siendo la base.

La necesidad es un motor que impulsa el desarrollo de las ideas. Claro que sostenerlas en el tiempo necesita de conductores imaginativos, perseverantes y valientes. Justo sería que en dos mundos muchas veces injustos, como el de la economía y el deporte, donde hacen pie demasiados corruptos y miserables, esta vez ganen los buenos. Es un tiempo ideal para saber si de verdad las divisiones inferiores funcionan y la dirigencia del fútbol ha retomado la huella que nos llevó a ser ejemplo nacional. Si es así, la posibilidad de éxitos a mediano plazo está asegurada. Pero esta vez habrá que dejarle claro a la gente cuál es la realidad y cuáles son los objetivos. No solo los sueños...

Hay una palabra que rebota en las paredes del estadio Monumental, que se repite en instalaciones del Autódromo, en las calles y los cafés, cuando se le pregunta a un hincha de Atlético por su club. Orgullo. Cada relato deportivo de un hecho de la entidad de barrio Alberdi se cierra con esa palabra. Orgullo tiene una connotación positiva y otra negativa, pero cuando se trata de deporte, sólo vale el primero. Entonces se destaca la dignidad de una persona, o a la estima apropiada de sí mismo, el sentimiento positivo hacia otra persona, la autoafirmación y reivindicación de lo que uno es y del grupo al que se pertenece. Feliz cumpleaños.

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