Por Martín Lehmann. Con la instalación de los nuevos semáforos sobre la Av. Santa Fe, la ciudad de Rafaela continúa aplicando una solución que no es tal, para el crecimiento urbano y el tránsito que está fuera de control.
Décadas atrás aumentar la cantidad de semáforos era la acción incuestionable para intentar ordenar la movilidad en las calles. Pero con el pasar del tiempo la evidencia empírica a nivel mundial demostró que en aquellas ciudades donde abundan, transitar se ha convertido en una tortura diaria. No hace falta irse muy lejos: con manejar por Córdoba o Rosario (y ni hablar de Buenos Aires) cualquiera pueda experimentar la frustración de tener que arrancar y frenar cada una o dos cuadras de acuerdo al día y el horario.
La pérdida de la fluidez en las calles implica un desperdicio de tiempo y por consiguiente de calidad de vida de los ciudadanos. Mejor marchar constante, lento y continuo que moverse rápido y parar cada dos por tres. Este es un factor que no se está siendo tenido en cuenta.
Hoy en día la instalación de un nuevo semáforo implica un fracaso. Es un fracaso de la convivencia en la calle, indica un nivel bajo de educación vial en la población y manifiesta fallas de control por parte de las autoridades.
Por supuesto que no es fácil revertir esta tendencia, pero Rafaela debe salirse ya mismo de este camino que solo puede terminar en una plaga de semáforos por toda la ciudad.
Es momento de ir por soluciones de fondo. Claro que esto significa más trabajo y dedicación porque implica atacar el problema desde varios ángulos y “a largo plazo”, término que se lleva a las patadas con muchos políticos. La gran ventaja es que en distintos lugares del mundo hace varios años que se viene innovando en materia de fluidez vial. Y se hace a través de cuestiones concretas como establecer y hacer respetar las prioridades de paso o rediseñar las calles para reducir las velocidades pero sin tener que frenar.
Quitar semáforos es posible. Un caso pionero fue el que se dio en 2016 en Ámsterdam, capital de los Países Bajos. Un experimento probó quitarlos de la intersección de las calles Sarphatistraat con Alexanderplein, cruce por el que transitan autos, motos, bicicletas, peatones y hasta el tranvía. El resultado fue tan alentador que esas esquinas permanecen al día de hoy sin semáforos. ¡El video que acompaña esta nota no tiene desperdicio!
Según testimonios de los propios holandeses, esto ha funcionado porque las personas al dejar de guiarse por los semáforos han recuperado el contacto visual y las micro negociaciones inevitables que se dan en los cruces. Es decir, se volvió al contacto y la escala humana.
Ya sé que puede sonar lejano y hasta utópico. Pero vayamos de menor a mayor. Empecemos en Rafaela por lo que tenemos más a mano hoy: paremos con esa solución fácil de poner nuevos semáforos. Cuidemos la fluidez de nuestro tránsito Rafaelino. Pensemos lo agobiante que sería movernos por la ciudad si cada cien o doscientos metros tuviéramos que detenernos por una luz roja.
Animémonos a pensar “fuera de la caja” y que Rafaela sea ejemplo a seguir en cuestiones de tránsito en nuestro país.
Por: María Herminia Grande.
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Tras una semana con mucha actividad en la Plaza 25 de Mayo en el marco del 140º aniversario de Humberto Primo, este sábado el Simposio de Esculturas llega a su fin.
Tal y como se recoge en unos documentos del siglo XIII que se conservan en la catedral de Zaragoza, la historia de la Virgen del Pilar, se remonta a la época inmediatamente posterior a la Ascensión de Jesucristo.
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Este santo fue obispo de Antioquía, el sexto después de San Pedro. Es el único de los apologistas que estuvieron revestidos del carácter episcopal, y en una sede tan importante por su antigua tradición.
Reconocimiento a empleados con 25, 35 y 40 años de labor comunal y municipal
“Felicitarlos a todos, agradecerles por su compromiso, por dejar un pedacito de su vida todos los días durante estos años y haciendo entre todos la calidad del municipio y el servicio para la comunidad", expresó el intendente Leonardo Viotti.