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Cuando la vida puso nocaut al Cacique

Fue campeón argentino y sudamericano de peso mediano. Llenó el Luna Park. Estuvo un par de veces internado en el Hospital Neuropsiquiátrico Borda y 18 meses preso en la cárcel de Devoto. Nunca pudo superar su adicción a las drogas. Murió el jueves 23 de enero de 2.003, a los 71 años, en Bragado, su ciudad natal.

Deportes - La Otra Mirada 25/01/2021 Redacción web Redacción web
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Por Oscar Martínez. "La única vez que estuve 21 días sin tomar cocaína fue el 10 de agosto de 1956, cuando le gané a Eduardo Lausse en Bahía Blanca. Por eso le gané". Las palabras de "El Cacique" Selpa sonaron secas y duras en la boca de un hombre que por entonces transitaba los rincones grises del Borda. Carlos Irusta lo miró, sacudido.
"Yo tomaba droga porque me daba placer. Falso, pero placer. Y después me hundía, me hacía daño. A eso hay que sumarle los golpes, que fueron muchos. Yo hice 221 peleas en total, que son 1.882 rounds, que representan 5.456 minutos, o sea, que estuve 3 días y 3 noches más 23 minutos recibiendo piñas en la cabeza sin parar. ¿Usted cree que eso me puede haber hecho bien? Los golpes y la droga me arruinaron".
- Dicen las malas lenguas que el Borda está lleno de boxeadores locos, ¿usted ha visto alguno?
- “No. Mejor dicho, vi uno”.
- ¿Dónde?
- “Allá, recién, cuando me miré en el espejo”.
Y se rió con la misma risa burlona que despertó odios, enojos y broncas desde que apareció en el concierto nacional aquella noche memorable que recordó antes, cuando derrotó a un Eduardo Lausse que venía de hacer una gran campaña en los Estados Unidos. La noticia salió en los diarios con titulares del tipo catástrofe. También ganó la revancha, esta vez en el Luna Park. Y se convirtió en el ser más odiado del mundo del deporte.
- “La gente quería un villano y yo se lo di. Les gustaba decirme loco”.
- ¿Le molesta que lo comparen con Gatica?
- “A esta altura de mi vida no me molesta nada. Gatica era ignorante, era inculto, tenía sed de revancha con la vida. Un día la madre le pidió guita. El agarró un fajo, lo puso en el suelo y se lo pasó con el pie. Tenía sed de revancha”.
- ¿Usted no?
- “Yo tenía sed, pero de libros. Soñaba con ser abogado. Mire, un día estábamos Ernesto Tello, Ángel Sotilo -que era mi manager entonces- Gatica y yo en la Embajada Paraguaya. Entonces un señor tomó un libro de visitas y pidió que lo firmáramos. Y el pobre Gatica... ¡pidió una almohadilla! Yo fui un chico de la calle, lustré zapatos y vendí diarios en mi pueblo natal, Bragado”.
- Es difícil entender porque usted, que terminó el primario de grande y como abanderado, que escribió libros, que le encanta dialogar y leer, haya sido capaz de tantas cosas malas.
- “Será porque siempre he sido un rebelde, toda mi vida la viví de contra”.
- No parece ser una razón válida...
- “El boxeador busca lo que no tuvo. Quiere emerger del todo y cree que lo puede lograr con plata, no con la cultura. Con plata se siente Gardel. Una vez bajé del ring y tenía cuarenta amigos a mi alrededor. Fue en Mar del Plata, así que a la noche me fui al casino y perdí 300 mil pesos. ¿Sabe qué pasó? Cuando quedé seco y busqué alguno de esos amigos para pedirle unos mangos, no había ninguno. Se borraron todos. Total: “El loco está loco”, decían. Ahí el loco era yo”.
- ¿Lo era?
- “Nunca dudé de mi locura. Es difícil todo, siempre lo fue. Mi hija Andrea es abogada. Es la hija que tuve con Marta Villalba. Bueno, Andrea fue y le dijo al juez que yo soy peligroso”.
- Es que usted le pegó varios tiros a María del Carmen Quagliardo...
- “Si, no me dejaba ver a mis hijos y me volví loco. Tenía la pistola y todo decidido: un balazo en la cabeza a ella y otro para mí. Dos tiros y chau. Pero todavía escucho la voz de mi hija, cierro los ojos y escucho la voz de Carla Andrea -entonces tenía siete años- aquí adentro de mi cabeza: "Nooo, papá, noooo”.
Entonces Andrés Selpa, “El Cacique”, se quiebra por única vez en la tarde cálida de Buenos Aires. Y repite: “Nooo, papá, noooo!!”. Entonces se enjuga una lágrima y sigue hablando de otro tiempo, tan violento como el anterior.
- Yo tendría veinte años y le di la pistola. Era una Walter, alemana. Le di plata para que viajara y una pistola”.
- ¿A quién, Andrés?
- “A él, ¿a quién va a ser? Le tendí la pistola y la plata “Aquí tenés, tomá para el pasaje, ella está en San Miguel; acá tenés la pistola, anda, viajá y matala”. El me miró con dolor y sin palabras. Yo le di la pistola, ¿me entiende? Para que fuera y la matara”.
- ¿A quién, Andrés?
- “A ella, a su esposa”.
- Pero, ¿quién era él, Andrés?
- “Mi viejo, era mi padre, a él le di la pistola y la plata”.
- ¿Y ella?
- “Mi madre, ¿quién iba a ser? Era hija de franceses, se llamaba Pilar Salgado, uno de sus tíos fue el fundador de Lobos. Yo...era un boyero en la chacra de los Riboldi, tenía unos quince años cuando volví a casa, después de trabajar. Y todos me miraban, pero no me decían nada. Y cuando pregunté por mamá nadie se animaba a decirme que se había ido de casa. Se había ido, ¡nos dejó! Se fue con otro tipo, ¿me entiende? Yo le di a mi viejo la pistola para que la matara. Pero él no lo hizo, no se animó”.
- Debe ser muy difícil vivir entre el amor y el odio, Andrés.
- “Y para mí el odio es más fuerte”.
Y allí se quedó con su carga de dolor, de rencores, de frustraciones. Como si aquellos tres días con sus tres noches y 23 minutos recibiendo piñas sin parar volvieran para torturarlo a través de la conciencia.
Andrés Selpa nació en Bragado el 17 de enero de 1932. Como boxeador efectuó una campaña que suena a increíble: 219 peleas oficiales, récord absoluto en Sudamérica. Ganó 137 (79 antes del límite), empató 51 y perdió 28, quedando 3 sin decisión. Actuó entre 1951 y 1968. Fue campeón argentino y sudamericano de los medianos y de los medianos pesados. Enfrentó a boxeadores de la talla de Bob Foster, Rafael Merentino, Gregorio Peralta y Carlos Monzón. Fue un gran marketinero. Su vida extradeportiva es un capítulo ideal para el cine. Ganó 3 millones de dólares, se casó siete veces y tuvo doce hijos. Quedó en la ruina jaqueado por el juego y los fracasos de una whisquería, un albergue transitorio y un bazar. Fue fotógrafo e inmortalizó estrellas en TV en el programa “Si lo sabe, cante”, de Roberto Galán. Nunca pudo con la cocaína y el alcohol. En 1978, a los 46 años, terminó el primario como abanderado en una escuela para adultos. Su sueño era ser abogado. Escribió dos libros: “Sin prejuicios” y “Boxeo, preludio de un destino”. En 1986 mató a una de sus ex mujeres y fue a parar a la cárcel de Devoto. En el 2003, a los 71 años de edad, su corazón decidió, cansado de latir y de sufrir, que era tiempo de parar. Fue en su Bragado natal. Y su nombre se convirtió en una leyenda controvertida.

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