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Tiempos de canallas

Opinión - Enfoques 27/11/2021 Redacción Redacción
cristina

Por Rogelio Alaniz. No pretendan que escriba palabras suaves, medidas, ecuánimes. No me exijan objetividad, tolerancia, mesura. Y no me lo pidan porque no puedo hacerlo. Escribo desde la indignación, desde la perplejidad y desde la náusea. La desvergüenza, la felonía, el cinismo en sus versiones más miserables se ha consumado. Cristina Kirchner y sus cómplices sobreseídos sin juicio. Años de minuciosas investigaciones, elaboración y confirmación de pruebas, testimonios, confesiones, declaraciones juradas, arrepentimientos, arrojados por la borda por dos jueces decididos a asegurar la impunidad de la asociación ilícita encabezada por la familia Kirchner. Daniel Obligado y Adrián Grunberg son los nombres de los responsables. A no olvidarlos. Por supuesto que no están solos. El servilismo, la obsecuencia, la complicidad, la alienación ideológica, se dan la mano para provocar el resultado deseado. Unos amenazan, otros sobornan, algunos conspiran. La justicia y las instituciones transformadas en un trapo de piso para lavar la mugre kirchnerista. Políticos kirchneristas, periodistas kirchneristas, funcionarios kirchneristas y empresarios kirchneristas colaboraron para que la impunidad tenga de aquí en más su día, su fecha célebre, su jornada gloriosa: 26 de noviembre. Había que hacerlo y había que apurarse. El martes se iba el juez subrogante dispuesto a ensuciarse las manos con estiércol. Obligado y Grunberg. He aquí dos caballeros felices retozando en una piscina de excrementos. Claro que había que apurarse. La situación exigía velocidad, ligereza. En dos meses cambiaban las autoridades en el Congreso. Los delincuentes, los malandras, las sabandijas políticas y judiciales saben mucho de estas faenas que exigen reflejos rápidos. Han dedicado su vida a desarrollar, perfeccionar, pulir estas habilidades. No había tiempo que perder. Era ahora o nunca. Y fue ahora. El principio de sobreseimiento sin juicio instalado en los hábitos del poder. A decir verdad nadie debería asombrarse. Como en las mediocres funciones teatrales interpretadas por actores de pacotilla y cómicos de la legua, el final estuvo siempre anunciado. De los peronistas podemos decir muchas cosas, menos que hayan ocultado sus intenciones. La fórmula Alberto y Cristina nació para esto. El gobierno ha hecho realidad su promesa. El anticipo jubilosos fue el reconocimiento de la doble jubilación. Todo en regla. Vinimos a hacer plata y vamos a aprovechar cualquier resquicio para hacerlo. “Los peronistas son los únicos personajes en el mundo que después de acordar con vos un negocio de diez millones de dólares, antes de irse te roban el cenicero del escritorio”, dijo una vez un conocido y experimentado periodista. Sabía de lo que hablaba. Hoy los compañeros superaron sus propias marcas En dos años la cleptocracia kirchnerista libre de culpa y cargo. En menos de siete meses la señora Cristina liberada de tres causas a través del procedimiento de sobreseer sin juicio. Con semejantes “creación jurídica” hasta Robledo Puch dispone de autoridad moral para reclamar por su libertad. El operativo delictivo perpetrado desde el poder más escandaloso de nuestra historia derribado por jueces infames y canallas. Cristina y su claque libres de culpa y cargo. Misión cumplida. La cleptocracia devenida en sociedad de beneficencia. La Argentina en estos dos años, años de angustia, de miedo, de impotencia, sumó más de 115.000 muertos; cincuenta por ciento de pobreza, millones de indigentes, empresas quebradas, educación pública que se cae a pedazos, pero el gobierno nacional puede jactarse de que su objetivo principal se ha cumplido mucho tiempo antes de concluir su mandato. Y lo ha cumplido incluso perdiendo las elecciones. ¿Acaso no es digno de admiración? ¿Acaso este capítulo no merecería agregarse con letras de molde en la historia universal de la infamia? Una hazaña. Una hazaña jurídica y política. Una lección de impudicia a la luz del sol o bajo un cielo de estrellas. Siempre lo sospechamos, peor ahora ha llegado la certeza: los corruptos, los saqueadores, en este país no pagan. Cristina Kirchner, la abogada exitosa, nos enseña que desde el poder se puede robar con la tolerancia y la complicidad de la ley y de los jueces. Es verdad que no puede caminar por la calle; es verdad que no puede sentarse en la mesa de un bar y compartir un café o un liso con una amiga o un amigo; es verdad que está socialmente condenada a vivir oculta, a desplazarse en autos con vidrios polarizados y rodeada de guardaespaldas; es verdad que su vida es una pesadilla sin fin y basta para ello mirar las expresiones de sus rostro, las huellas que la impudicia deja en la piel, en labios, en las ojeras, huellas que ninguna cirugía pude disimular u ocultar. para arribar a la conclusión que más allá de jueces tramposos y venales, de políticos desvergonzados y funcionarios pusilánimes, cierta justicia de alguna manera se cumple. De todas maneras no lo olviden: Daniel Obligado y Adrián Grunberg.

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