Muertos de frío

Por Oscar Martínez. El clima es un espanto, todo oscuro, sin siquiera un atisbo de la aparición de un rayo de luz, con un frío tremendo que cala los huesos y dan ganas de aislarse del mundo bajo una parva de frazadas, y encima mañana es lunes. ¿Qué estamos en invierno? No, mire, no hablo del clima propiamente dicho, sino del que se vive en Atlético. Estamos todos muertos de frío, congelados. Porque acabamos de recibir el golpe de un iceberg, esa especie de cubito gigante que navega sobre un mar helado, conscientes de su tamaño y poder, como el que hundió al Titanic. Y nosotros no llegamos ni a canoa.
Perdimos por 4 a 0 con Tristán Suarez, que está 35 en un torneo de 37 equipos y tiene un partido menos que nosotros, hasta aquí había ganado solo dos veces, y es dirigido por el Chocho Llop. Ay… ¿Usted se acuerda que el partido pasado Atlético perdía por 2 a 0 en 18 minutos como local y luego empató? ¿Se acuerda que yo les hablé de reacción y les dije que tenía esperanzas? ¿En serio se acuerda? ¿Le puedo preguntar cómo es que aún lee mi columna? Si hasta me convencí de que tiene razón el tipo de la redacción del Diario que me odia y no se explica cómo es que me pagan por escribir algo que no tenga que ver con el tenis. Es cierto. Solo debería escribir de Wimbledon, que acaba de empezar.
El hincha de Atlético ha sufrido demasiados golpes en estos diez años, demasiadas derrotas, el descenso, la ausencia de protagonismo que teníamos antes de llegar a Primera por segunda vez, tiene la sensación de que el fútbol del club va a la deriva y además, ni siquiera hay un sentimiento de pertenencia con los jugadores. Cada uno de los rivales que nos enfrenta se transforman en seres oscuros que nos ganan o nos impiden tener al menos una sonrisa. Son como Dementores, esos seres horribles de gran estatura cubiertos por derruidas capas negras, especies de fantasmas que se alimentan de la felicidad y de los recuerdos alegres, dejando solo tristeza y desolación. Seres capaces de quitar el alma con un beso, como asegura J.K.Rowling en Harry Potter. No hay Encantamiento Patronus que salve a los futbolistas celestes. Uno tras otro van cayendo en el desánimo, pierden fuerza, convicción y la tibieza de su juego agranda al rival. La historia ya es conocida. Después del empate en la fecha anterior con algún atisbo de recuperación, el nuevo entrenador se animó a dar algún golpe de timón. Nada extraordinario, un pequeño movimiento. Y nos agarró el iceberg.
Queda claro que un equipo se conforma entre todos, pero los que juegan, hacen goles o los reciben son los futbolistas. Ellos son los que deben dar la cara en este momento. La dirigencia, que se equivocó de la peor manera en el armado de esta temporada, pagará con su prestigio al término del torneo. Y ya se cambió de entrenador. Es decir que, como dije, es el momento en que los jugadores deben dar la cara. Porque este es claramente el peor equipo de Atlético en mucho tiempo. Así lo determinan el rendimiento y los resultados en 21 partidos de los que solo ganó 3.
Afuera, cuando escribo esto y tras la derrota, ya es noche y hace un frío brutal. El cielo está cerrado. Y no se vislumbra un mañana más claro y cálido. Habrá que sobrevivir manteniéndose a flote como se pueda. Ya sé que no es un mensaje ideal para terminar el domingo o amanecer el lunes, pero la última vez les hablé de esperanza y recuperación. Y se vino el iceberg.