Desastre ecológico en Corrientes: harán falta 40 años para recuperar los verdes del Iberá

Por Ernesto Azarkevich para Clarín. Una combinación perfecta de sequía, extremas temperaturas  y desidia explican en gran medida los incendios que ya consumieron unas 900.000 hectáreas en Corrientes, poniendo en una situación de extrema vulnerabilidad a cientos de especies animales. En algunos lugares estiman que la recuperación será rápida si vuelven las lluvias en las próximas semanas, pero en otros se necesitarán más de 40 años para regenerar el verde del Iberá.

Corrientes empezó a arder en diciembre. A mediados de enero la superficie de campos quemados alcanzaba las 80.000 hectáreas. Y desde entonces comenzó a acelerarse el proceso de destrucción mientras el Gobierno provincial y el Ministerio de Ambiente de la Nación, a cargo de Juan Cabandié, libraban una batalla política en las redes sociales.

El gobernador Gustavo Valdez afirmaba que había solicitado ayuda de antemano (y finalmente se comprobó que así fue), pero el ministro kirchnerista respondía lo contrario: decía que había tendido una mano pero que había sido descartada por los correntinos. Mientras tanto, Montes nativos, forestaciones y los preciados bañados y esteros -ya sin agua por la persistente sequía- eran presa fácil de las enormes lenguas de fuego que a su paso dejaron una destrucción nunca antes vista.

La estación experimental “El Sombrerito” del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) realizó un análisis en base a imágenes satelitales y detalló que entre el 7 y el 16 de febrero se quemaron por día casi 30.000 hectáreas. Y que la mayor afectación se dio en los Esteros del Iberá, que pasó de 124.000 hectáreas a más de 245.000 hectáreas arrasadas. En total, Corrientes suma más de 900.000 hectáreas destruidas por las llamas, con una pérdida económica superior a los 40.000 millones de pesos. Se estima, según datos de la Sociedad Rural, que llegaría a los 70 millones.

El déficit hídrico que afecta a la provincia desde hace dos años se acentuó en enero y febrero. Según datos del INTA, en 2020 Corrientes recibió 470,19 milímetros de lluvias menos que el promedio histórico, que se ubica en 1.376,39 milímetros. El año pasado la disminución alcanzó los 303,19 milímetros. En enero y febrero sólo se registraron 14 milímetros de lluvias, con una diferencia de -287,07 milímetros si se toman las precipitaciones históricas para esos meses. Los datos muestran que en sólo 26 meses se perdieron las precipitaciones de casi todo un año: 1060,45 milímetros. Para los expertos, esto es puro cambio climático. 

La ingeniera agrónoma del INTA, Carolina Fernández López, aportó otros datos que sirven para explicar lo que sucede en Corrientes. En enero la temperatura promedio fue de 30,5 grados, 3,9 grados más que el promedio histórico. En febrero la brecha se achicó a 1,8 grados, pero no deja de ser relevante el incremento.

Corrientes tiene diferentes ecosistemas y su recuperación no será uniforme una vez que el fuego finalmente se extinga. Los primeros en volver a su verdor habitual serán los campos en la medida que los suelos puedan recuperar algo de humedad. Es que la intensa sequía demora la brotación de los pastizales naturales. Muy diferente será el proceso donde el fuego afectó más de 28.000 hectáreas de bosques naturales.

El biólogo Sebastián Di Martino, director de conservación de la Fundación Rewilding Argentina, sostuvo que cinco de los seis focos que afectaron el corazón del Iberá fueron producidos por ganaderos que buscaban renovar las pasturas para sus rodeos. Otro incendio se produjo por la caída de un rayo. “Después de apagar los incendios habrá que empezar a trabajar en la restauración del ecosistema”, sostuvo. “El daño más difícil de revertir es en la zona de bosques. Se perdieron árboles de cien años. Va a llevar mucho tiempo recuperar todo, pero podemos decir que el Iberá está mejor que hace diez años porque se han introducido aves que van a ayudar a distribuir las semillas y la generación será más rápida”, dijo. Es que la Fundación trabaja para que los Esteros vuelvan a tener guacamayos, muitúes, pecaríes, nutrias y yaguaretés.

Para Di Martino, lo urgente es volver a levantar los cientos de kilómetros de alambrados que fueron consumidos por el fuego. “Tenemos que evitar que el ganado de los campos cercanos ingrese al parque y se genere una competencia por el pasto y el agua con la fauna autóctona”, explicó.

Sofía Heinonen, la directora general de la Fundación Rewilding Argentina, también aportó su mirada sobre el proceso que se viene. “Los pajonales húmedos se van a recuperar rápido, pero con los bosques va a llevar más tiempo. Quizás 30 o 40 años para tener árboles fuertes nuevamente”, advirtió.

“Si entran las vacas al Parque Iberá todo el proceso de recuperación se modifica”, aseguró. Es por eso que la prioridad es volver a delimitar todo para que los ciervos, carpinchos y otros animales de la reserva recuperen su hábitat en el menor tiempo posible.

Mientras tanto, más de 3.500 brigadistas y bomberos trabajan a brazo partido contra los frentes de fuego con apoyo de una decena de aviones y algunos helicópteros. Todos miran al cielo y ruegan que las lluvias pongan fin a la pesadilla de los correntinos.

Las lluvias parecen ser el único remedio. Apagarán finalmente el desastre, pero no serán suficientes para contener el ruido político. Por "correr detrás de las llamas", como dicen en Gobierno, el ministro Cabandié quedó en el ojo de la controversia. Y este viernes 25 es un día crucial: el presidente Alberto Fernández visitará la zona, tarde, cuando lo peor, quizás, haya pasado.