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De ésto sí se habla

Cultura 08/11/2021 Redacción Redacción
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Este espacio ha sido concebido como ámbito de reflexión con y para los adultos. Los artículos que se publicarán tienen como eje temático recuperar la voz de los protagonistas, niños y adolescentes, que han sufrido o sufren algún tipo de violencia emocional o física y la forma en que ellos conciben, comprenden y asumen los hechos.
Hablamos de sobrevivientes a una violencia que no existiría sin la responsabilidad de un adulto. Estos problemas afectan a todos los grupos sociales y la sociedad occidental.
Además, trataremos de conocer los mecanismos institucionales disponibles en el sistema educativo argentino para hacer frente a estos sucesos, ya que la escuela es atravesada por todos ellos en forma directa y cotidiana.
Todo niño y adolescente está indefenso frente a un adulto decidido a quebrantar su integridad física o emocional. «Las emociones inexpresadas nunca mueren. Son enterradas vivas y salen más tarde de peores formas». (Sigmund Freud).
«La familia es base de la sociedad y el lugar donde las personas aprenden por vez primera los valores que les guían durante toda su vida», Juan Pablo II.

Una posible solución al acoso escolar
Hoy es un método reconocido a nivel mundial. Lo aplican en escuelas de 19 países: en parte de Europa, en Nueva Zelanda, Chile, México e incluso Argentina. Pero su inicio se remonta a una década atrás, cuando Finlandia, ya laureada por sus avances en las pruebas PISA ( en inglés, significa Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos) atravesaba una epidemia de acoso escolar.
El ministerio de educación finlandés le encomendó una misión a un grupo de expertos de la Universidad de Turku, con Christina Salmivalli a la cabeza: elaborar un programa que solucione paulatinamente los problemas entre los estudiantes, que reduzca la intimidación y el hostigamiento. El resultado final fue KiVA, que es el acrónimo Kiusaamista Vastaan. En finés, «en contra del bullying».

Salmivalli precisó en una entrevista con Infobae. «El ministerio quería que desarrolláramos un programa integral o, más bien, un ‘paquete de herramientas’ que pudiera ofrecerse a las escuelas de educación básica finlandesas, que va desde primero hasta noveno grado. Es decir, chicos de entre 7 y 15 años. Antes de eso, habían introducido cambios en la reglamentación y las escuelas estaban obligadas a tener una política antibullying».
-¿Por qué esa política no funcionó?
-El problema era que faltaban herramientas concretas: las escuelas no sabían qué tipo de política sería la más efectiva. Por lo tanto, necesitaban algo más, y KiVa era una respuesta a esa demanda. El ministerio financió el desarrollo y la evaluación inicial del programa y, después, su implementación en todo el país.
¿Cuánto tardo en implementarse en todo el sistema educativo?

-El programa llegó a las escuelas muy rápidamente. Fue una sorpresa para nosotros que tantas escuelas quisieran comenzar a implementarlo una vez que fuera posible, en 2009. En tres años, el 90% de las escuelas habían comenzado a implementar KiVa.
-Desde fuera, parece que el sistema educativo finlandés no tiene dificultades. ¿Era el bullying un problema tan grande hace diez años?
-Fue un problema hace diez años, y todavía lo es. Aún hay demasiados jóvenes que sufren acoso escolar, aunque la prevalencia está disminuyendo.
-En su opinión, ¿por qué ocurre el bullying?
-En grupos estables de personas, como las aulas, se suelen formar jerarquías. Algunas personas desean tener un estatus, ser visibles y dominantes. Para ellos, el bullying a otros miembros del grupo puede ser una forma de aumentar su propia visibilidad y dominio. A menudo, eligen como objetivo a los chicos que tienen un estatus bajo o que son retraídos. Además de los posibles «acosadores» y «objetivos», también debe haber testigos que lo permitan. Si se unen a los comportamientos mezquinos, o se ríen cuando el agresor ataca al niño objetivo, o señalan de otra manera que esto es «genial» o divertido, es más probable que el acoso escolar continúe y ocurra con más frecuencia.
– Parece que el bulllying es un fenómeno nuevo, pero debe haber existido desde siempre…

-Siempre ha existido el bullying y, en realidad, contrario a lo imaginado, parece ser menos frecuente en muchos países. Probablemente se deba a que este problema empezó a recibir fuerte atención y cada vez se toman más medidas para erradicarlo.
-¿Qué tiene que hacer un profesor para recomponer la relación entre el acosador y el acosado?
-Ofrecemos diferentes enfoques para esto, y también estudiamos constantemente su eficacia. KiVa no incluye «fases», pero proporciona herramientas para el trabajo sistemático contra el bullying, tanto en la prevención como la intervención. Los profesores pueden utilizar los llamados enfoques de confrontación o no confrontación. Ambos se han encontrado efectivos cuando se implementan sistemáticamente. En cada escuela KiVa, hay un equipo especializado, formado por maestros y otro personal escolar. Son los responsables de abordar los casos de acoso a medida que surgen y de hacer un seguimiento sistemático de cada uno.

-Para usted, ¿dónde está la clave en el acoso escolar?
-El foco no está ni en el acosador ni en el acosado. La clave está en los testigos. Ese había sido el foco de mis estudios sobre el acoso escolar desde principios de los ’90. La investigación demostró que los testigos estaban presentes en la mayoría de las situaciones de acoso, y sus respuestas realmente importaban. En las aulas, los testigos reforzaban las conductas de acoso escolar. También desde el punto de vista de los estudiantes víctimas, la intimidación es más dolorosa cuando no reciben apoyo de otros compañeros.
-¿Qué resultados encuentran en las investigaciones desde la implementación de KiVa?
-Hay distintos datos alentadores. Por ejemplo, la proporción de estudiantes que acosan a otros en las escuelas es aproximadamente la mitad de lo que era en 2009, cuando KiVa se introdujo ampliamente en las escuelas finlandesas. Nuestras estadísticas muestran que mientras más años haya implementado el programa una escuela, menor será la cantidad de estudiantes que informan haber sido intimidados o acosados por otros compañeros.
-¿Cree que la reducción del bullying influyó en las mejoras de las evaluaciones internacionales?

-No hay necesariamente una asociación directa. Hay muchas cosas que influyen en los resultados de PISA como los cambios en la currícula nacional en Finlandia. Sin embargo, cuando los estudiantes se sienten seguros en la escuela, aumenta la probabilidad de que también se desempeñen mejor académicamente.
-¿El programa tuvo mejoras con los años?
-Estamos desarrollando constantemente el programa, sobre la base de los resultados de la investigación y los comentarios que recibimos de las escuelas. Durante el año pasado, actualizamos los manuales de los maestros y desarrollamos actividades completamente nuevas, como un juego cara a cara para los estudiantes en el que resuelven situaciones hipotéticas desafiantes que les puede tocar vivir con sus compañeros. También estamos a punto de lanzar una aplicación para los miembros del equipo KiVa, que los ayudará en el proceso de tratar los casos de bullying y en su documentación.
-KiVa ya tiene presencia en varios países. ¿Se puede replicar el mismo modelo en contextos tan diferentes?
-Hemos comenzado a evaluar el programa en otros contextos, con resultados muy prometedores. Una evaluación reciente en Chile, en las escuelas más vulnerables de Santiago, mostró que el programa fue realmente útil para reducir el bullying. Creo que a pesar de que los sistemas escolares difieren entre países, los estudiantes son iguales, y también lo son las dinámicas en las aulas. Los factores claves que influyen en la intimidación son los mismos en todas partes.

«Gracias a esta propuesta, Finlandia está consiguiendo erradicar el acoso escolar. Este método es aplicado en el 90% de las escuelas de educación básica, y su éxito es tal que se ha convertido en una herramienta imprescindible a la hora de valorar y escoger cualquier centro del sistema educativo finlandés, tanto para trabajar, en el caso de los profesores, como para estudiar, en el caso de los alumnos». Extraído de «Psicología y Mente», por Bertrand Regader (psicólogo).
 

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