La palabra de Gonzalo. La piedrita de Bieler

Por Oscar Martínez. "El director técnico de fútbol debe ser un pastor de su rebaño. El que tiene la palabra justa que convence a los suyos para luchar por algo. Con la pelota lo han sido Maradona, Alonso o Bochini; pero ser genial en el juego es una cosa y pararse frente a un grupo, hablarle, sacar lo mejor de cada uno y guiarlos en busca de un estilo es otra, muy distinta. Se necesita otra clase de virtud", de la columna El éxito, ese asesino, Hugo Asch, diario Perfil.
Gonzalo Del Bono siempre fue un distinto, uno de esos jugadores capaces de ganar un partido con solo una ráfaga de habilidad. Por momentos parecía tener la facilidad del amague neutro, ese que hacía que cuando el marcador sentía el alivio de la paz porque lo veía demasiado quieto, su talento aparentemente dormido se encendía de golpe. Pero también disponía de un cuerpo con movimientos extraños que permanentemente entregaba pistas equivocadas a los rivales. Es cierto que se fastidiaba con demasiada facilidad y solía desaparecer de los partidos. Pero esa falta de renunciamiento a la gambeta, aún en tiempos donde ya el exitismo se devoraba al juego, lo convirtió en un futbolista con valor. Y esos dos condicionamientos suelen ser determinantes: talento y valentía. Por eso es un referente de la historia de Atlético.
Si uno sigue al pie de la letra lo que afirma Asch, entonces habrá que asegurar que Gonzalo, que era crack jugando, tiene la virtud necesaria para pararse frente a un grupo de futbolistas profesionales y convencerlos de que son mucho mejores de lo que mostraron a lo largo del campeonato. Eso lo convertiría en un caso serio. Pero sería injusto con el propio del Bono, cuya experiencia es importante con los jóvenes pero casi nula con los mayores. Porque abriría expectativas y lo cargaría de compromiso para el próximo partido. Digo esto porque ya escuché voces pidiendo que se lo tenga en cuenta a la hora de elegir al próximo entrenador. ¿La verdad?: Suelo verlo trabajar con los chicos y se muestra apasionado y claro, pero no creía que daría la talla con los grandes. Es una buena noticia haberme equivocado. Tomó a un equipo destruido en una temporada tan extraña como deprimente, y lo convenció de que merecen ponerse esa camiseta. Ahora, dejémoslo trabajar tranquilo.
Los jugadores le respondieron. Esto es bueno reconocerlo en futbolistas a los que criticamos con rigurosidad a lo largo de la mayor parte del torneo. Anoche hicieron un muy buen partido, ganaron con claridad y mostraron entereza, profesionalismo y amor propio. Y capacidad. Tanto que la gente se fue cantando, algo que extrañábamos. ¿Cambia esto lo vivido? No, pero atenúa las consecuencias, que no es poco.
El 5 de julio de este año, en la victoria de Atlético sobre All Boys, titulé esta columna "El alquimista de Vera". "Los alquimistas buscaban la piedra filosofal para transformar cualquier metal en oro. En toda la historia, el único en hallarla, al menos el único del que yo sé, fue Harry Potter. El Taca parece tener esa piedrita en su botín o es su cabeza, es decir en cualquier lugar que tome contacto con el balón. Es capaz de transformar una pelota suelta en gol". Escribí entonces. Y lo refrendo. En un conjunto con algunos jóvenes que ilusionan, como Bautista Tomatis, el Taca es un pibe con 37 años de experiencia y un amor propio tremendo. En la semana, en una nota con Radio Universidad, dijo sin decir que se quiere quedar solo si se arma un equipo para ser candidato. Y que es tan competitivo que hasta vive los entrenamientos como los partidos. Sin dudas, debe ser prioridad para la próxima campaña.
Es una buena noticia empezar el sábado con una sonrisa futbolera, cuando veníamos de un tiempo de gesto serio. Lo bueno de este juego maravilloso, dice una máxima de tablón, es que en el fútbol la muerte dura solo un rato. Y nosotros estamos vivos gracias a las palabras de Gonzalo y a la piedrita de Bieler.