Fuerte De Exilles

El Fuerte estaba sometido a vínculos paisajísticos, por lo que se supuso que para no violarlos y así preservar la forma original del edificio, el ascensor debía construirse estrictamente en su interior, excavando la roca dentro de la fortaleza.
Sin embargo, se construyó un elevador externo de cristal, que contemplaba un corte vertical en la roca, alterando su morfología. Será “mimético pero visible”, dijeron los arquitectos con mucha imaginación, ante la fuerte resistencia de los habitantes de Exilles por la introducción invasiva del elevador.

Misterios de la historia: el enigma del hombre de la máscara de hierro:

Muchas leyendas surgieron alrededor del Fuerte de Exilles a lo largo de los siglos, pero quizás la más famosa de todas, entre verdad histórica y leyenda, es la relacionada con un personaje misterioso recluido allí (el edificio también sirvió como prisión) entre 1681 y 1687, con la cara cubierta por una máscara y sin la posibilidad de hablar o ver a nadie, aparte de su confesor. Un prisionero que el 24 de agosto de 1669 había llegado a la prisión de Pinerolo (en aquel momento bajo soberanía francesa) escoltado por D’Artagnan y más de cincuenta mosqueteros y permaneció allí doce años, fue transferido a la fortaleza de Exilles, en la que se habían realizado costosos trabajos de adaptación en el área donde se ubicaría el alojamiento del prisionero

La transferencia, acompañada por el propio gobernador de la prisión de Pinerolo, que se realizó de acuerdo con las normas más rigurosas, también tuvo lugar para su servidor. Los dos prisioneros no podían hablar ni ser vistos por nadie más que su carcelero, hombre de confianza del rey y su lugarteniente. Cuando el criado murió, unos meses después de su llegada a Exilles, el único consuelo del prisionero fue las visitas del sacerdote.
Según la tradición, este podría identificarse con la Máscara de Hierro, un personaje cuya identidad no se conoce hasta la fecha.
¿Pero quién era la máscara de hierro? Se supone que una personalidad importante que el soberano Luis XIV, el Rey Sol, no había tenido la fuerza o el coraje para enviar a la horca.

La investigación sobre quién era realmente la Máscara de Hierro es muy complicada, ya que parece que se difundieron diversos rumores sobre su identidad, sólo para crear confusión y hacer que toda la información, incluso la verdadera, sea poco creíble.
Sí es cierto que se han hecho cuarenta y ocho hipótesis sobre la identidad de la Máscara de Hierro, es igualmente cierto que en realidad es poco probable que un ser humano pueda vivir cuarenta años con su rostro cubierto por una máscara, así como es plausible que el hipotético prisionero puede haber sido más de uno. Pero la leyenda continúa.
A lo largo de los tres últimos siglos a la historia del Hombre de la Máscara de Hierro se le fueron añadiendo nuevos episodios y anécdotas que enriquecieron el relato, aunque no hubiera pruebas de que lo que se contaba hubiera sucedido en algún momento.
Hay documentos que atestiguan la existencia real de un prisionero de particular importancia, de notable cultura y de alto linaje, alto, joven, con una voz persuasiva, una figura por encima de lo ordinario, con un paño de terciopelo negro asegurado en la cara con correas de metal (de ahí el nombre de la Máscara de Hierro). Los carceleros tenían orden de matarlo si se atrevía a quitársela. Era muy devoto y leía continuamente.
Existe el testimonio de Voltaire, quien, durante su corta estadía en la prisión de la Bastilla, en París, supo por los guardias encargados de la vigilancia de este misterioso huésped, al que le brindaban un trato favorable: comida elegida y abundante, ropa cara, la posibilidad de tener libros en su celda e incluso un laúd y siempre era bien tratado por los guardias.