Rita Levi Montalcini, de Turín, al Nobel

Al acabar la guerra, su trabajo ya había sido publicado en revistas científicas y era bastante conocida. Entonces recibió una oferta del profesor Viktor Hamburger (científico especializado en el desarrollo embrionario) para trabajar en Estados Unidos. En 1947 aceptó una asignación en la Universidad de Washington, en Saint Louis, Missuri. Lo que sería una estadía de seis meses terminó siendo de 30 años (hasta 1977).
Como en San Louis no disponían de las instalaciones adecuadas, en 1952 viajó a Brasil y asistió a los experimentos sobre cultivos in vitro en el Instituto de Biofísica de la Universidad de Río de Janeiro, donde trabajaba su ex compañera de estudios Herta Meyer. Allí lograron identificar lo que denominaron “factor de crecimiento nervioso” (conocido como NGF por su nombre en inglés), paso previo para que en 1953 y de vuelta en los EE. UU., consiguiera aislarlo en colaboración con el bioquímico Stanley Cohen.
El factor de crecimiento nervioso, es la señal química que utilizan las neuronas para organizar el trabajo, para saber por dónde tienen que desarrollarse sus prolongaciones y de qué manera. El NGF fue el primero de una larga lista de factores de crecimiento que controlan el desarrollo y la maduración del cerebro y de otros tejidos.
Esto permitió entender condiciones médicas como la demencia senil, los tumores y las deformidades, entre otras.
Por esta contribución, recibió el Premio Nobel de Medicina en 1986, que compartió con su colega estadounidense Stanley Cohen, siendo la 6ª mujer en conseguir este galardón. Parte del dinero fue entregado a la Comunidad hebrea de Roma para la construcción de una sinagoga.
Al NGF le siguieron toda otra serie de factores de crecimiento, abriendo un nuevo campo de investigación. A Rita Levi-Montalcini se le considera una precursora no sólo en el campo de la neurobiología, sino que sus descubrimientos han supuesto un gran avance hacia lo que hoy en día se conoce como biología celular. 
Paralelamente a su trabajo en Estados Unidos, donde fue designada profesora a tiempo completo en 1958, Levi-Montalcini desarrolló numerosos proyectos en Italia por cuenta del Centro de Investigación de Neurobiología de Italia, donde se convirtió en directora desde 1961 hasta 1969, del Instituto Superior de Sanidad, de la FAO y de muchas sociedades científicas.
Por su espíritu de mujer emprendedora funda en 1969 el Instituto de Biología Celular del Consejo Nacional de Investigaciones en Roma, que dirige hasta 1979.
Luego de retirarse de este cargo, continuó con sus estudios y fue nombrada presidente de la Asociación Italiana de Esclerosis Múltiple.
Autora de numerosas obras de interés científico y social. Publicó su autobiografía en 1988 bajo el título “Elogio de la imperfección” obra a la que siguió, entre otras, “Tu futuro” (1994), dirigida a los jóvenes, a quienes decía que no había que “vivir en función de lo que los otros piensan de ti, sino en vencer tus propios miedos”.
Trabajadora incansable, a pesar de su avanzada edad nunca dejó de colaborar en favor de las mujeres. Su último logro fue la creación, junto a su hermana gemela Paola, en 1992, de la Fundación Rita Levi- Montalcini Onlus, desde la que se siguen impulsando proyectos educativos y becas de estudios dirigidos a mujeres jóvenes africanas para ayudarlas a liberarse de la opresión religiosa y social. Y es que Levi-Montalcini reivindicó el derecho de las mujeres a estudiar, investigar y gobernar durante toda su vida.
Sobre ésto decía: “son todas féminas, sí, y eso demuestra que el talento no tiene sexo. Mujeres y hombres tenemos idéntica capacidad mental”. “El futuro del planeta depende de la posibilidad de dar a todas las mujeres el acceso a la instrucción y al liderazgo”.
En más de una ocasión recordó que le había dicho a su padre que no quería ser “ni madre ni esposa”, que quería ser científica y dedicarse a los otros, utilizar las poquísimas capacidades que tenía para ayudar a los que la necesitaban. Que quería ser médica y ayudar a los que sufrían. “Él me dijo: No lo apruebo, pero no puedo impedírtelo”.
De 1989 hasta 1995 trabajó como super perito en el Instituto de Neurobiología del Consejo Nacional de Investigaciones en Roma, concentrando sus investigaciones en el espectro de acción del NGF.
En 2004, crea el European Brain Research Institute -EBRI- (Instituto Europeo de Investigación del Cerebro), en Roma, para seguir su actividad docente e investigadora sobre el factor de crecimiento nervioso y supervisar los experimentos de científicas jóvenes que siguen aprendiendo sobre este factor que ella misma descubrió en 1956.  
Comenzó a ver sus méritos reconocidos a partir de 1968, siendo la primera mujer admitida en la Academia Pontificia de las Ciencias, la 10ª mujer miembro de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, Doctora Honoris Causa por el Politécnico de Turín, por la Universidad Complutense de Madrid y por la Universidad McGill, Miembro Extranjero de la Sociedad Real de Londres, de la Academia de Ciencias de Francia, de la Organización Europea de Biología Molecular TWAS.
En 1999 fue nombrada Embajadora Plenipotenciaria de las Naciones Unidas y trabajó por la educación de las mujeres en África.
En 2001 fue nombrada senadora vitalicia del Gobierno de la República de Italia; además de obtener el Diploma Internacional Ramón y Cajal, médico español al que admiró por ser una de sus fuentes científicas y personales de inspiración durante sus inicios como investigadora. 
Además del Nobel, durante su carrera recibió premios como el Max Weinstein –fue la primera mujer en recibirlo-; Louisa Gross Horwitz; Leonardo Da Vinci y la Medalla Nacional de Ciencia de Estados Unidos, entre otros.
Rita Levi, con 98 años, fue ponente invitada en el encuentro internacional NGF de 2008: la Conferencia Katzir sobre vida y muerte en el sistema nervioso, en Kftar Blum, Israel. 
El 22 de abril de 2009 se convirtió en la primera persona premiada con un Nobel que alcanzaba los 100 años de edad.
Decía: “A los cien años, tengo una mente que es superior a la que tenía a los 20, gracias a la experiencia”. “A los 100 años sigo haciendo descubrimientos que creo importantes sobre el funcionamiento del factor que descubrí hace más de 50 años”.
En el libro titulado Un as en la manga, Rita Levi-Montalcini sostiene que, en el juego de la vida, la carta más alta de la que valerse es la actividad mental. El cerebro es el as con el que se puede contar en la vejez, afirmaba; pues, a diferencia de otros órganos, no sólo no se desgasta con el uso, sino que se fortalece.
Publicó su último artículo científico con 102 años.
No debemos vivir la vejez recordando el tiempo pasado, declaraba, sino haciendo planes para el tiempo que nos queda; tanto si es un día, un mes o unos cuantos años.
Rita vivió con su hermana gemela Paola, pintora, hasta que ésta murió en el 2000.
Esta científica nunca se casó. Dedicó su vida a la ciencia y al trabajo social.
Rita Levi-Montalcini murió el 30 de diciembre de 2012, en su casa de Roma, a los 103 años.
Fue velada en el Senado y sus restos transferidos a Turín, luego de una breve ceremonia privada con rito hebreo.
El 2 de enero de 2013 se desarrollaron los funerales y hoy sus cenizas reposan en la tumba familiar, en el campo israelita del Cementerio Monumental de Turín.